Voces mexicanas desde la diversidad

Teodoro Barajas Rodríguez

La resaca del triunfo electoral de Donald Trump no concluye, sus dichos, anuncios y amenazas se viralizan ante una comunidad internacional que apuesta al desgaste del antipolítico que despacha desde la Casa Blanca y es un profundo conocedor de la descortesía, el derecho y la historia, que ha sumado reveses ante la Corte, al menos podemos decir que la división de poderes inspirada por los enciclopedistas franceses es realidad en el vecino país del norte.

Los efectos del aún breve mandato de Mr. Trump han unificado a muchas voces desde la diversidad mexicana como se ejemplificó en la marcha del domingo anterior Vibra México; dichas movilizaciones las consiguió el silvestre mandatario, algo que en México nadie consigue, ni siquiera la selección mexicana de fútbol.

Alguien me decía que era imperioso que a las marchas hubiesen acudido las cúpulas partidarias, las Iglesias y sectores masónicos porque se trata de un asunto que a todos afecta; consideré que los partidos buscan votos y hablar de unidad nacional de seguro no lo entenderían porque ellos propician el encono mezclado con la mezquindad.

Donald Trump unificó voces y marchas la semana anterior; ave de tempestades, suele desdeñar la ortodoxia política, es un hombre de caprichos y ocurrencias, representante de la plutocracia norteamericana que piensa en hacer negocios, las ideologías no le importan ni los partidos porque finalmente el Partido Republicano fue utilizado como una franquicia, y punto.

Las marchas del domingo 12 en nuestro país registraron diversos componentes, en ellas figuraron rectores de reconocidas universidades como la UNAM, la Universidad de Guadalajara y la Universidad Michoacana; asimismo se han sumado figuras como Alejandro Martí, María Elena Morera e Isabel Miranda de Wallace, quienes registran años de persistir en el combate a la delincuencia, cada cual con diferente grado de aceptación.

Trump ha mantenido una campaña de agresión constante, polariza en su propio país, la respuesta de las marchas se originó por sus embates, amagos y amenazas que ya provocaron el hastío y acaban con la paciencia.

Se habla de unidad en un país partido desde hace mucho tiempo, se alienta la unificación por algunas causas comunes porque finalmente antes de las creencias, ideologías o condición social somos mexicanos.

Donald Trump es un gobernante bronco, iluso y aliado a las peores causas, no puede decirse otra cosa de quien utiliza la intolerancia como argumento, la exclusión como práctica y la misoginia como estilo de vida. Con el arribo del descendiente de migrantes alemanes y escoceses, aunque eso lo ignore, los grupos más extremos de la derecha están felices porque uno de sus simpatizantes despacha en la Casa Blanca, y entonces parecen suspirar entre los fantasmas sureños del siglo XIX los llamados estados confederados que se unían alrededor de la esclavitud.

El gobierno federal mexicano está en otra sintonía, no atina, ha sido tibio, se pasma. Carece de operadores brillantes en el terreno de la diplomacia porque ha decidido entregar Relaciones Exteriores a los advenedizos encabezados por Videgaray con nulo conocimiento del tema.

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