La Encuesta Nacional de Niños, Niñas y Mujeres (ENIM) 2015 reveló que la mayoría de los hogares emplea prácticas disciplinarias violentas para controlar la conducta de las niñas y de los niños de cualquier forma.

Entre las formas más severas de castigo físico utilizadas contra los menores están: golpearlos en la cabeza, las oreja o la cara; o golpearlos con fuerza y repetidamente, así como la agresión psicológica.

La encuesta realizada por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP),  demuestra que la violencia contra las niñas y los niños menores de 14 años cada día es más frecuentes entre las familias mexicanas, ya que el 63% por ciento han sido sometidos al menos a una forma de castigo psicológico o físico por miembros del hogar.

Los niños varones son más sometidos a la disciplina física -45%- que las niñas -42%-, una diferencia similar se observa en los porcentajes que tienen que ver con el castigo físico severo, 7% y 5%, respectivamente.  Mientras que los niños y las niñas que viven en zonas rurales y los que viven en los hogares más pobres  tuvieron probabilidades similares de experimentar al menos un castigo psicológico o físico violento.

Los mayores porcentajes de cualquier disciplina violenta se observa en la región Centro, 70%, y entre los niños de 3 a 4 años. En contraste, los hogares indígenas presentan el menor porcentaje, 50%.

Si bien los métodos violentos son formas disciplinarias muy comunes, la investigación del organismo internacional señala que sólo el 5%  de los encuestados considera que el castigo físico es necesario para educar a los hijos.

La investigación aportó información sobre aspectos que anteriormente no se habían explorado como la disciplina, la discapacidad y sus efectos en el crecimiento de los niños, así como otros del desarrollo infantil temprano, que de atenderse podrían contribuir de manera efectiva a abatir la desigualdad en el país.

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Participación de adultos

En el estudio se recabaron datos sobre una serie de actividades que apoyan el aprendizaje en la infancia temprana. Estas incluyen la participación conjunta entre los adultos, las niñas o los niños en actividades relacionadas con leer libros infantiles o ver libros con imágenes, contar cuentos, cantar canciones, sacar a los menores al exterior del hogar, al jardín o al patio, jugar con ellas o ellos, pero sobre dedicarles tiempo para que aprender a nombrar, contar o dibujar objetos.

Según el documento oficial, la exposición de los niños y las niñas a los libros durante sus primeros años no sólo les permite una mejor comprensión sobre la naturaleza de las letras, sino que también les da oportunidad de ver a otros leyendo. La presencia de libros en el hogar es importante para el posterior rendimiento escolar. 

Madres adolescentes

Otro de los puntos que midió en el estudio fue la salud reproductiva, sobre lo cual se señala que una de cada cinco mujeres de 15 a 19 años han empezado el proceso reproductivo. La maternidad temprana es más común en zonas rurales, 23%, que en zonas urbanas, 15% y ha aumentado a lo largo de los últimos 30 años, sobre todo en zonas urbanas.

Aproximadamente, la mitad de las mujeres de 20 a 24 años con educación  primaria había tenido un hijo antes de los 18 años -48%- en comparación con el 14% de las mujeres con educación secundaria y el 5% de las mujeres con educación superior.

En la salud de las mujeres los datos señalaron que el 59% de las adolescentes sexualmente activas no utilizan ningún método anticonceptivo, y aunque ha habido una tendencia a la baja en el embarazo este grupo de edad, todavía  se registra alrededor de 35 mil alumbramientos de madres adolescentes.

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