Otra muralla flota en el aire

Raúl Jiménez Vázquez

Emulando a los zares de la Rusia imperial, quienes gobernaban a través de la emisión de ucases o decisiones en extremo autoritarias, el Ejecutivo estadounidense ha emitido diversas órdenes ejecutivas que sin duda agreden la dignidad y la soberanía del pueblo de México y constituyen hechos internacionalmente ilícitos.

La primera de ellas está referida a la construcción del muro fronterizo, cuya viabilidad el propio Donald Trump se ha encargado de propalar equiparándolo al muro edificado por Israel en el año 2002, perdiendo de vista que esa ímproba experiencia fue objeto de una histórica descalificación por parte de la Corte Internacional de Justicia, la que en una opinión consultiva que fue asumida en sus términos por la asamblea general de la ONU concluyó que esta acción era violatoria del derecho internacional. A la potencia semítica se le impuso la obligación de detener la obra y derogar todos los actos legislativos y reglamentarios relacionados con la misma. Igualmente, ahí se determinó que los Estados tienen el deber de no reconocer la situación resultante del muro y de no prestar ayuda o asistencia para el mantenimiento de esa irregularidad.

La segunda tiene que ver con nuestros connacionales radicados en la unión americana. A través suyo se están ultrajando las prerrogativas fundamentales reconocidas en la declaración universal de los derechos humanos y las normas imperativas consagradas en la convención internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y sus familias.

Tan tremendo agravio a la dignidad humana y al orden jurídico internacional escaló a niveles insospechados con la difusión de una tercera orden ejecutiva, en la que la migración ilegal fue colocada a la misma altura del narcotráfico y su persecución será realizada bajo estrategias de combate al crimen organizado.

De acuerdo con este nuevo ucase trumpiano, los cárteles de la droga serán enfrentados dentro y fuera de Estados Unidos, lo que confirma el planteamiento de la ayuda militar espetado al Ejecutivo mexicano desde la Oficina Oval de la Casa Blanca. A ello se aúna la visita a Tapachula de los jefes de los comandos Norte y Sur del Pentágono. Un posible amurallamiento de la frontera sur está flotando en el aire.

El muro no es una mera e infame división geográfica. Constituye la pieza estratégica de un armatoste de mayores dimensiones: la incorporación de México al perímetro de seguridad del vecino del norte, lo que podría implicar el sellado de ambas fronteras y la eventual transformación del territorio patrio en un gigantesco cuartel militar. Tal como lo acaba de reconocer el secretario de Seguridad Interior, John Kelly, el objetivo es la instrumentación de un plan Colombia para México, aquel que posibilitó la instalación de siete bases militares estadounidenses.

En ese contexto, resulta imperioso dar marcha atrás a la iniciativa de ley de seguridad interior pues es el medio idóneo para facilitar la concreción de los designios militaristas de Trump.

Twitter Revista Siempre