Juan Pablo Aguirre Quezada*

“La desigualdad es el origen de todos los movimientos locales”.

Leonardo Da Vinci.

Rumania celebró elecciones legislativas en diciembre de 2016 que le permitió tener un nuevo Primer Ministro como resultado del triunfo de la coalición formada por el Partido Socialdemócrata (PSD) y la Alianza de Liberales y Demócratas (ALDE). Estos partidos tienen en conjunto cerca del 54% de los curules del Congreso, por lo que tienen el control de la agenda política.

No obstante, la carta fuerte para ocupar el cargo de Primer Ministro era la lideresa del PSD, Sevil Shhaideh, con credo musulmán, lo que hubiera marcado un gran cambio en la historia de Europa. Sin embargo, esta posibilidad fue vetada por el Presidente de Rumania, Klaus Iohannis, quien prefirió validar a Sorin Grindeanu del mismo partido.

¿Que impidió a Rumania contar con una primera ministra que representaba un parteaguas en la historia de Europa? Si bien no hay razones claras por el cual entender esta decisión, también existen intereses locales que bloquean ciertas posturas económicas y políticas a nivel local. Ejemplo de ello es que de acuerdo con el Banco Mundial, el crecimiento económico de Rumania ha crecido sostenidamente en los últimos años, incluso durante las crisis, por lo que desde la caída de Nicolae Ceaușescu el país ha tenido un desarrollo inusitado. Ejemplo de ello es que el alza del Producto Interno Bruto (PIB) per cápita en 1992 fue de mil 250 dólares americanos anuales por cada habitante. En el año 2000 era de 1,720; para 2007 alcanzó un sorprendente ingreso promedio de seis mil 520 dólares; la tendencia continuó y cinco años después el indicador fue de ocho mil 740. El último registro del BM para Rumania en esta materia data de 2015 y estaba calculado en nueve mil 500 billetes verdes para cada rumano en promedio.

Sin embargo, este crecimiento no ha sido equitativo para todos los sectores sociales, por lo que diferentes organismos han alertado de la desigualdad en el país, además de que una mayoría de la población está en situación de vulnerabilidad de caer en la pobreza, sumado a los que ya están en carestía. De acuerdo con la Organización de la Sociedad Civil Humanium la cuarta parte de la población rumana se encuentra en condiciones de pobreza, además de importantes rezagos en materia educativa y de salud en comparación a los países de la Unión Europea, por lo que, al igual que en la política, en el rubro del desarrollo social Rumania debe mostrar un cambio que le permita ser competitivo frente a los procesos que se viven en el occidente del continente.

A diez años de su ingreso a la Unión Europea y 13 de su participación en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) Rumania ha tenido un mayor dinamismo en el terreno de la diplomacia internacional, que contrasta con el asilamiento vivido durante la época comunista. Pese a esporádicos momentos de decisiones en contra de las políticas dictadas desde la entonces Unión Soviética –como eludir el boicot organizado por los países socialistas de Europa del este en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984- este país ha podido fortalecer su cooperación al exterior, lo que en parte ha contribuido al crecimiento de su Producto Interno Bruto.

Aunque ha avanzado en acuerdos con la Unión Europea, Rumania aún tiene rezagos para afianzarse en los acuerdos multilaterales que le permitan fortalecer su presencia en el continente. Ejemplo de ello es eliminar los pasos fronterizos, garantizar seguridad y fortalecer los requisitos para que sea formal su participación en el espacio Schengen, lo que permitiría el tránsito de personas y vehículos sin pasaporte por los países integrantes.

Sin embargo, un nuevo contraste social altera el crecimiento económico rumano y es en la población de jóvenes, en la cual existe un desempleo que afecta a 24% de la población de 15 a 24 años, es decir, a uno de cada cuatro jóvenes rumanos. Este dato es preocupante si se compara con la tasa de desempleo general que es de 6.8% en 2015 de acuerdo con organismos internacionales. Si se considera el aumento del PIB constante y de que el crecimiento de la población ha tenido porcentajes negativos en los últimos años, es indudable que los beneficios de desarrollo rumano no están llegando a toda la población y que la vulnerabilidad de caer en pobreza por falta de ingresos en los sectores de población es alta.

País de grandes contrastes, y pese a los avances sociales, en Rumania se ha planteado despenalizar la corrupción, lo que ha generado protestas sociales que han sido encabezadas por el mismo Presidente Iohannis. Estas divisiones sociales no hacen más que demostrar las divisiones políticas y que impactan en el desarrollo comunitario, lo que puede seguir afectando temas como la desigualdad o el encono social. Por tanto, una salida posible es que esta propuesta vaya a un referéndum, convocado por el mismo mandatario.

Rumania afronta retos que nunca imaginó en las épocas del dominio socialista. Con  avances notables en algunos aspectos y dudas a resolver en el futuro, esta nación ha seguido adelante en la esperanza de un futuro mejor.

*Doctor en Humanidades, Universidad Latinoamericana.

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