André Breton “tiró un poco las cosas hacia su propia invención” cuando declaró que México es un país surrealista, “para mí es más mitológico”, afirmó el último eslabón del surrealismo directamente en México, Leonora Carrington (1917-2011), en una de las escasas entrevistas que llegó a conceder.

A casi dos meses de que la creadora inglesa cumpla su centenario -6 de abril-, ya se preparan diversas actividades para llevar a cabo el gran festejo. Entre ellas se cuenta con una magna exposición en la Biblioteca de México. La muestra organizada por la Fundación Leonora Carrington, reunirá documentos de su archivo personal, con la finalidad de ampliar y redondear el conocimiento en torno a su quehacer.

Además en el marco de este centenario, el Centro Nacional de las Artes (Cenart), presenta la temporada del montaje “Remedios para Leonora”. La obra con la dramaturgia de Estela Leñero y la dirección de Gema Aparicio, habla de la riqueza de vida de ambas creadoras, naturalizadas mexicanas, y recrea los mundos que habitaron, en una mezcla de realidad y ficción que se fusionan en un tiempo sin tiempo. La realidad onírica de la británica Carrington y su colega española Remedios Varo (1908-1963) es la fuente de inspiración para la creación de una historia que sucede en el mundo de sus sueños.

Leonora Carrington nació en Inglaterra. Creció en una gran mansión y a los cuatro años comenzó a dibujar, fascinada por las historias de su niñera irlandesa sobre la naturaleza y las criaturas fantásticas. Carrington al no sentir que pertenecía a la sociedad en la que su familia se desenvolvía, creo su propia realidad.

A los 20 años, Leonora se enamora del artista Max Ernst, con quien huye a París, donde se vio inmersa en el movimiento surrealista. Al comenzar la segunda guerra mundial, Ernst es tomado como prisionero y Leonora tuvo un colapso nervioso y fue llevada a Madrid donde eventualmente terminó en un hospital psiquiátrico. Más tarde, Carrington logró escapar y encontró refugio en la embajada mexicana, donde conoce a Renato Leduc, quien le ofrece un matrimonio por conveniencia para poder traerla a México.

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Desde su llegada a México en 1943, Leonora Carrington se enamoró profundamente de su cultura y de su gente, sentimiento que fue recíproco. Su primera exhibición individual en 1950 fue aclamada por la crítica y por el público. Leonora fusionó sus ideas sobre la alquimia con la posición de la mujer en el mundo, y con las tradiciones espirituales y culturales de nuestro país. Ella misma se consideraba mexicana.

“La novia del viento”, como la bautizó Max Ernst, fungió como mentora, tanto artística, como espiritualmente para muchos reconocidos artistas extranjeros y de nuestro país, incluyendo a Alejandro Jodorowsky, Remedios Varo, Chiki Weiz (su esposo) entre muchos más. La artista recibió múltiples reconocimientos por su obra la cual exhibió en numerosas exposiciones. A lo largo de su vida, Carrington incursionó en la pintura, la escultura, el interiorismo, la cerámica, el diseño textil, el diseño escenográfico y el diseño de joyería. Permaneció en México hasta su muerte a los 94 años de edad en 2011.

“No sé si sigo siendo una surrealista. El surrealismo era un movimiento en donde se usaba la imaginación para responder a la naturaleza de forma diferente a como se concibe desde el ser humano. Hoy, ya vieja, tal vez soy sólo lo que pasa inmediatamente en mí. Creo que la vida dura poco tiempo, pasa rápido. Es insuficiente, al menos para mí, este tiempo de vida que tenemos, porque deja un gran vacío y no permite que se satisfaga la curiosidad y el conocimiento por muchas cosas que, pese a la edad, comienzan también a fascinarnos a los viejos”.

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