Debemos replantear la relación bilateral

Mireille Roccatti

Tras diez días de gobierno de Trump, ha firmado algunas órdenes ejecutivas que golpean directamente a México, una canallada diplomática, varios mensajes vía Twitter hostiles y agresivos y una fallida primera misión negociadora a Washington, se impone un repliegue táctico para repensar y replantear las acciones en contra de la virtual agresión que sufre nuestro país, por el transitorio gobierno republicano de Estados Unidos.

En principio la reacción del Ejecutivo federal de cancelar su visita a la capital norteamericana y las acciones anunciadas en defensa de nuestros connacionales son un signo positivo de que se entiende la magnitud y complejidad del conflicto. Habrá que afinar la estrategia y, en el caso migratorio, reforzar el planteamiento de que la primera línea de defensa de nuestros intereses está en territorio estadounidense.

La actitud irracional del presidente Trump en contra nuestra ha logrado generar una respuesta de unidad y solidaridad nacional que tenía décadas sin aflorar, el hecho de que el residente Peña Nieto, este saliendo a informar, sin aspavientos, lamentos o desgarre de vestiduras debe continuar. Solo los mezquinos de siempre han regateado el apoyo Institucional, anteponiendo sus intereses políticos cortoplacistas.

El ánimo colectivo generado debe conducirse con mesura porque paralelamente ha resurgido del inconsciente colectivo un odio antiyanqui que a nada conduce y los vivales antes señalados buscan treparse en la movilización social “para conducir a las masas”. Resultaría muy costoso reavivar un populismo nacionalista de izquierda o de derecha. La serenidad, la reflexión, la mesura, la inteligencia deben imperar en la toma de decisiones y la selección del momento para anunciarlas y operarlas. Hay que pasar de la reacción a la acción, pero esta debe ser meditada, firme y defendida con dignidad y entereza. Lo único que no podemos perder como nación es el honor.

Ante la postura de revisar los temas de migración, el muro y el TLC, debemos ser irreductibles de que la agenda bilateral es más amplia y debe revisarse integralmente. Sin romper el diálogo o la negociación, debe quedar claro que el muro será su decisión unilateral, pero que consideramos que es un acto hostil y agresivo, y que de allá vienen dólares sucios, armas y también criminales. Y sobre todo, que no pagaremos ni un tabique. Aclarar que la negociación bilateral no se circunscribe a los cubículos comerciales.

Una vez fijados todos los temas de la agenda, debe fijarse el método de procesarlos; si lo haremos por los canales diplomáticos de “grupos de alto nivel” con homólogos, o acordar uno entre pares para cada uno de los temas. Y aceptar que si bien en algunos se avanzará más rápido, no habrá arreglos parciales.

En este tiempo, se debe acelerar la búsqueda de los aliados internos que tenemos en los propios Estados Unidos, en el gobierno, en el Congreso, en los gobiernos estatales, en la sociedad civil organizada, en la academia, en la clase empresarial y de negocios. El nuevo presidente debe entender que México no está solo, ni librara la batalla en solitario.

Y la diplomacia mexicana deberá trabajar a marchas forzadas para aumentar el apoyo internacional solidario de todos los países del mundo y  en los organismos multilaterales.

Una vez decidida la estrategia y la hoja de ruta, hay que consensuarla y hacer partícipes a todos los mexicanos, para avanzar sin miedo y sin cambiar la ruta. Solo así entenderá el inquilino provisional de la Casa Blanca. Porque el problema es con él, no con el pueblo norteamericano.

Twitter Revista Siempre