Hagamos la tarea/I-II

Julio A. Millán B.

En los últimos meses, la incertidumbre frente al entorno económico y político se ha dejado sentir ante el escenario de un cambio en la política comercial con Estados Unidos; la nueva era de proteccionismo mundial pone en alerta al gobierno y a los empresarios mexicanos, pues existe un alto nivel de especulación sobre el desempeño económico y la inversión en el país.

Según los últimos datos de la Encuesta de Ocupación y Empleo del INEGI, al tercer trimestre de 2016 la población ocupada se ubicó en un nivel de 52 millones 43 mil 100 personas, de la cual solamente una tercera parte (34.8 por ciento) contó con educación media superior y superior. Con respecto a su participación por actividad económica, el personal ocupado se distribuyó de la siguiente forma: 37.6 por ciento en servicios, 19.0 por ciento en el comercio, 16.3 por ciento en la industria manufacturera, 13.2 por ciento en el agropecuario y 13.9 por ciento en el resto de las actividades.

De acuerdo con datos del Banco de Información Económica (BIE), del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en julio de 2016 el índice de productividad de la mano de obra en la industria manufacturera de México se ubicó en un nivel de 108.3. Con ello, México se mantiene con una productividad mayor a la de Estados Unidos (105.7) y Japón (96.0), pero por debajo de Canadá (110.1) y Corea (115.0). Sin embargo, la productividad de México en 2016 registró un retroceso con respecto a 2015, mientras que en Estados Unidos y Canadá la productividad creció. La mayor parte de 2016 se tuvo una caída en el índice con respecto a los meses del año anterior.

La educación profesional y la capacitación laboral son elementos fundamentales para el incremento de la productividad y la competencia económica; deben ser esfuerzos paralelos y alinearse como parte de una política industrial integral (capacitación en centros de trabajo y educación en aulas). México necesita mejorar sus niveles de productividad para mantenerse competitivo frente a otros países, a través del fomento de la capacitación, los servicios de vinculación laboral y la promoción de la certificación de competencias laborales.

Así mismo, para que los niveles de capacitación profesional se puedan mejorar, es necesario contar con un entorno favorable, el cual debe ser generado, por una parte, por un interés en aprovechar las ventajas de las nuevas tecnologías y las técnicas de organización flexible y participativa por parte de las empresas y, por otro, por la implementación de programas para elevar la calidad de la educación y la coordinación de múltiples esfuerzos para ofrecer nuevas oportunidades de formación a los agentes productivos por parte del sector público.

El Acuerdo por el Fortalecimiento Económico y la Protección de la Economía Familiar, firmado la semana pasada por el gobierno de la república y los sectores productivos reafirma está necesidad. Uno de los ejes de este acuerdo señala que es imprescindible conseguir un incremento en la productividad del país, que permita mejorar la capacidad para insertarse en el mercado laboral, tener mejores empleos y ganar más.

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