En el momento tan complicado e inseguro en cual se encuentra la política internacional, sobre todo tomando en cuenta las últimas señales de una cierta hostilidad, o al menos de una cierta presión del presidente Donald Trump hacia México y otros países, es difícil no notar esta analogía con la época muy oscura de Europa que resultó ser muy devastadora y la cual todos (me imagino) esperamos no se vaya a repetir jamás.

En la obra “Tres días en mayo (Three days in may), el dramaturgo Ben Brown regresa a la primavera del año 1940 para describir los momentos más críticos de la historia del Reino Unido. Se trata del periodo en el que Winston Churchill, acaba de asumir como primer ministro y junto con su gabinete tiene que tomar una decisión de enorme importancia que determinará el destino de Gran Bretaña y quizás también el del continente europeo. Francia está a punto de su caída y el ejército alemán constituye un peligro inminente que ya está a las puertas de Gran Bretaña. El primer ministro francés, Paul Reynaud, viene a Londres para convencer a Churchill de buscar la paz con Hitler.

Hitler a través de Mussolini; en la mesa está la propuesta de que Reino Unido ceda algunos de sus territorios como Suez o Malta dejando al Führer satisfecho (esto se puede compara con la obstinación de Trump por levantar el muro) y así tal vez pueda evitar el conflicto militar. El ex primer ministro, Neville Chamberlain junto con Lord Halifax, ministro de Asuntos Exteriores, ambos del Partido Conservador apoyan la idea de pactar con los alemanes, mientras los dos miembros del gabinete de guerra del Partido del Trabajo, Arthur Greenwood y Clement Atlee se oponen a este plan. Churchill se encuentra en una situación muy complicada, puede contar con el apoyo de los laboristas de su gabinete de guerra para continuar la lucha contra Hitler, aunque eso significaría una batalla en la que Gran Bretaña se quedaría sola, mientras sus colegas del Partido Conservador Lord Halifax y Neville Chamberlain quieren negociar con el Führer. El primer ministro no está seguro que pueda convencer al Parlamento, dominado por los conservadores, sin Halifax y Chamberlain.

La obra dramatúrgica de Ben Brown en México

El elenco.

El público mexicano ya tuvo la posibilidad de ver la obra en su primera temporada, el año pasado en el Centro Cultural Helénico, pero también durante la gira nacional en el interior de la República Mexicana. La miseenscène regresa a la Ciudad de México en su segunda temporada, esta vez al Teatro Xola Julio Prieto, a partir del 10 de febrero. La obra es dirigida por Lorena Maza y completada con un gran elenco de actores: Sergio Zurita (Winston Churchill), José Carlos Rodríguez (Lord Halifax), Luis Miguel Lombana (Neville Chamberlain), Miguel Conde (Arthur Greenwood), Pedro Mira (Clement Atlee), Juan Carlos Beyer (General Dill), Fernando Bonilla (Jock Colville), Nicolás Sotnikoff (Paul Reynaud).

La coetaneidad del mensaje de la obra

Es difícil aquí omitir la temática del trumpismo y las consecuencias que eso puede tener para la agenda global, pero sobre todo para las relaciones entre México y Estados Unidos. La complejidad de las futuras negociaciones con la administración de Trump pueden poner algunos jefes de gobierno en el dilema parecido a éste de Winston Churchill en la primavera de 1940. Ante la  aversión de Trump hacia México, algunos países pueden preferir no entrometerse entre las problemáticas del muro, inmigración e importación, como lo hizo por ejemplo Theresa May diciendo que la relación entre México y Estados Unidos es un asunto específicamente de México y Estados Unidos. Frente al trumpismo y la reacción a eso, que tal vez es muy al estilo de Poncio Pilato, me permito cerrar esta nota con las palabras de Martin Niemoeller:

Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,

guardé silencio,

porque yo no era comunista,

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,

guardé silencio,

porque yo no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,

no protesté,

porque yo no era sindicalista,

Cuando vinieron a buscar a los judíos,

no protesté,

porque yo no era judío,

Cuando vinieron a buscarme,

no había nadie más que pudiera protestar.

*El autor es corresponsal de Siempre! en Reino Unido y el norte de Europa