Resulta inimaginable pensar que en pleno siglo XXI la gente puede llegar a morir por falta de alimentos, sin embargo, en África resulta una realidad muy cruda. Más de un millón de muertos por la falta de comida está presente en Etiopía.

La semana pasada se declaró formalmente una hambruna en varias zonas del norte de Sudán del Sur, la primera en el mundo desde 2011 cuando el hambre tocó Somalia. Luca Russo, asesor especial de la FAO (agencia de la ONU para la alimentación), indicó a El País que hay casos de muerte por inanición “no sabemos cuántos, porque no tenemos acceso”.

Sudán del Sur sufre su primera hambruna desde que se independizó de Sudán en 2011, alrededor de 100 mil personas corren el riesgo de fallecer por hambre, calificando esta terrible situación como una catástrofe humanitaria. Un millón más, sobre una población de más de 11 millones, están a punto de caer en la hambruna.

La FAO en conjunto con el Fondo de las Naciones Unidas (Unicef), lanzaron un mensaje solicitando ayuda humanitaria. “Urgimos a todas las partes a que permitan a las organizaciones humanitarias acceder sin restricciones a las poblaciones afectadas”.

Dominique Bourgeon, jefe de emergencias de la FAO, alerta la existencia de otros tres países con riesgo muy alto de aparición de hambruna: Yemen, Somalia y el nordeste de Nigeria, todos ellos afectados por enfrentamientos armados.

“La hambruna mata más gente que los conflictos que la provocan y con esto queremos enviar una señal muy clara a las partes: la solución no es humanitaria, sino política”.

Se calcula que 250 mil niños sufren malnutrición aguda severa, la cual conduce a la muerte sino se trata, otros 750 mil con malnutrición aguda, limitará para siempre su desarrollo físico y mental.

El asesor especial de la FAO, manifiesta que el hecho de que la guerra impida el acceso humanitario a ciertas zonas es la principal razón de que se haya declarado la hambruna en áreas como el estado de Unity, el más afectado.

La razón de esta catástrofe se debe a los tres años de conflicto los cuales han dejado miles de hectáreas de tierra agrícola arrasada, perdida de ganado, falta de acceso al agua llevando a casi dos millones de desplazados, además de 1.3 millones de personas que han buscado refugio más allá de las fronteras. La poca producción y el transporte de alimentos amenazados por los enfrentamientos, los precios de las comida se han disparando llegando a registrar tasa de inflación interanual de hasta el 800% y los servicios sanitarios.

El Programa Mundial de Alimentos repartió, el año pasado, 265 mil toneladas métricas de alimento vía terrestre y área y 13.8 millones de dólares de cheques cheques para comprarla, kits de superviviencia con semillas y herramientas de labor o utensilios para pescar. Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos la mitad de la población (5.5 millones de personas) no tiene garantizado comer lo suficiente para este año.

[gdlr_video url=”https://www.youtube.com/watch?v=QviUE7tfv2c”]

Migrantes agravan la falta de alimentos en Camerún

Desde que en 2002 surgió el grupo islamista Boko Haram, habitantes de Nigeria han tenido que dejar sus casas sin saber cuándo regresarán. Los migrantes llegan a los países limítrofes los cuales son presuntamente más tranquilos debido a ello se ha agravado la escasez de recursos como en Camerún.

En el extremo norte se concentran alrededor de 86 mil refugiados nigerianos y 190 mil cameruneses han dejado su lugar de residencia, convirtiéndose en desplazados internos.

“Los indicadores de salud y educación son los más bajos y el clima (de tipo saheliano, con escasas precipitaciones) provoca un déficit alimentario recurrente”, indicó Alberto Jodra, jefe de misión de Médicos Sin Fronteras en Camerún.

A principios de la década la crisis se removió con la adhesión del grupo terrorista Boko Haram, nacido en Nigeria, al Estado Islámico (ISIS) y con la creación de un califato basado en una sharia radical, la ley islámica. Se estima que dos millones de personas dejaron su ciudad, decidiendo cruzar a Camerún, que en el primer semestre  de 2016 ya sumaba 480 víctimas civiles por ataques de la barda armada, con presencia en Níger, Chad y Malí.

“Cuando, a inicios de 2015, los países vecinos de Nigeria deciden aliarse e intervenir para frenar la expansión territorial de Boko Haram y la amenaza sobre sus propias fronteras, el conflicto se regionaliza y se genera un frente de guerra en el área del lago Chad. La violencia se suma a las penurias de estas zonas desfavorecidas y se agrava la situación, con enormes repercusiones sobre la población civil. En total, unos 2.6 millones de personas desplazadas y 480 mil niños menores de cinco años con malnutrición severa aguda en los cuatro países”.

Además se estima que los alrededor de 190 mil desplazados internos están desperdigados en numerosas localidades de difícil acceso, con familias de acogida o en campos gestionados de manera anárquica, haciendo que aumente la probabilidad de mayor riesgo de epidemias, inseguridad alimentaria y malnutrición. El 2,2% de niños menores de cinco años la padece de forma aguda severa, lo que significa “una situación de emergencia”.

“Niño Brujo” es rescatado con signo severos de desnutrición

La danesa Anja Ringgren Lovén de 37 años de edad dejó atrás su vida en Dinamarca para dedicarse a rescatar niños en Nigeria que fueron abandonados por sus familias por superstición.

Un pequeño de dos años fue hallado por Anja junto a un puesto de carne de perro, famélico, con lombrices, desnudo, sin apenas fuerzas para tenerse en pie, condenado a morir en la intemperie por se un niño brujo.

“Al principio nos miró. Empezó a llorar un poco, pero no tenía fuerzas. No hablaba, apenas producía sonidos. Para conseguir comida, cambió de táctica. Se puso a moverse como si estuviera bailando. La gente del pueblo aplaudía. Como un circo. Usó sus últimas fuerzas para bailar para nosotros. Y se cayó”.

La mujer de 37 años le acercó una botella de agua al pequeño y le ofreció galletas, para después levantarlo y envolverlo en una manta. Hope (Esperanza) como fue nombrado por la danesa ingresó a un hospital público en Uyo para hacerle transfusiones diarias de sangre para que recuperar glóbulos rojos. Después de semanas internado, Hope se recuperó satisfactoriamente. “¡Verlo sentarse y jugar con mi propio hijo es la mayor experiencia de mi vida! Esto es lo que hace la vida tan bonita y valiosa”, escribió Anja después de una visita al Hospital.

[gdlr_video url=”https://youtu.be/_g9Lj86308E”]

 

Anja denunció que hay miles de casos como el del pequeño Hope. En 2010, el entonces gobernador del estado de Akwa Ibom, Godswill Akpabio, dijo a la CNN que las denuncias son “exageradas” y el problema, “mínimo”. Recordaba que desde 2008 acusar a un niño por “brujo” es un delito castigado con hasta 15 años de cárcel, y que eso “puso la situación bajo control” (en los dos primeros años no se condenó a nadie).

“Hay en Nigeria miles de niños a los que acusan de ser brujos. Hemos visto niños torturados, niños muertos, niños aterrorizados. Estas imágenes muestran por qué lucho. Por qué vendí todo lo que tenía en Dinamarca. Por qué me muevo en territorio inexplorado”.