Las cosas buenas que parecen malas

Humberto Musacchio

Hay ocasiones en que lo mejor es no salir de casa. Hace unos días, la empresa Univisión informó en Estados Unidos que Alejandra Barrales Magdaleno poseía en Miami, Florida, un departamento de lujo con valor de casi un millón de dólares. Horas después se hizo público que el juez 14 de lo civil ordenó el embargo de un inmueble, propiedad de la presidenta del PRD, de su hermana Laura y su madre, Esperanza Magdaleno.

En lo que se refiere al inmueble del que es presunta codueña, niega que ella o su familia conozcan al demandante, quien dice tener pagarés firmados por las tres mujeres. Igualmente, rechaza que ella o sus familiares hubieran firmado los pagarés: “Jamás —dice—, yo no debo nada y lo que debo es público, mis créditos… el escándalo que tengo es porque reconozco mis deudas”.

Sobre el departamento de Miami, la líder dijo que el inmueble no entró en su declaración 3de3 porque el formato no le permitió detallar los bienes de la firma Maxba Development Inc., de la que es accionista mayoritaria, porque en ese caso aparecería como dueña de un bien que en realidad está a nombre de una empresa.

Por otra parte, Barrales dijo que se comprometió a liquidar el enganche del departamento en varios pagos y que el resto de su valor lo cubriría con los alquileres que generará, lo que parece razonable. Ella tiene más de veinte años en la política. Fue líder de sobrecargos de aviación, ha ocupado diversos puestos de elección y ha desempeñado cargos dentro de la estructura de su partido. En todos estos casos, sus ingresos han sido considerables, como corresponde a la tabla de percepciones de nuestra clase política, que podrán no gustarnos, pero son absolutamente legales.

Como se sabe, no hay que hacer cosas buenas que parezcan malas, y este es precisamente el caso, sobre todo porque el caso se mezcla con la crisis que vive el PRD. Por ejemplo, el diputado Guadalupe Acosta Naranjo acusó al senador Miguel Barbosa de haber filtrado la información, lo que tildó de infamia, y le llamó “hombre rencoroso y sin principios”. En realidad importa poco quién filtró la información, pero mantenerla oculta sí se prestaba a malas interpretaciones.

Por otra parte, con su dudosa autoridad moral y política, el grupo parlamentario del PRD en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal publicó un desplegado en el que expresa su solidaridad con Alejandra Barrales, quien les pudo responder con el consabido “no me defiendan, compadres”. En fin, un escandalito más en el país de la casa blanca y de otros casos de corrupción.

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