Donald Trump está contra las cuerdas. Este miércoles, la prensa estadounidense reveló que su director de campaña, Paul Manafort, realizó hace una década diversas actividades “secretas” para un millonario ruso en favor del gobierno ruso. Esto incluía también una serie de estrategias para debilitar a la oposición antirusa en las ex repúblicas soviéticas.
Si esta información resulta cierta, tal y como lo ha dado a conocer la agencia Associated Press, el gobierno de Trump y el propio Manafort estarían prácticamente señalados por trabajar para intereses rusos y a un paso de ser acusados por traición a la patria.
En junio del 2005 y en pleno gobierno de George W. Bush, Manafort propuso una nueva tendencia para influir en política, acuerdos comerciales y cobertura mediática en Estados Unidos, Europa y las ex repúblicas soviéticas con la clara mirada de apoyar al gobierno del presidente Vladimir Putin.
La vinculación se realizó a través del magnate ruso del aluminio Oleg Deripaska, un aliado de Putin con quien llegó a firmar un contrato anual de 10 millones de dólares a partir del 2006 y a cultivar una relación comercial que duró al menor tres años.
“Somos de la opinión de que este modelo puede beneficiar mucho al gobierno de Putin si se emplea a los niveles correctos y con el compromiso adecuado con el éxito”, escribió Manafort en el reporte del 2005 a Deripaska. Ese esfuerzo, agregó, “ofrecerá un gran servicio que puede redireccionar, a nivel tanto interno como externo, las políticas del gobierno de Putin”.
Aunque Manafort ha tratado de deslindarse diciendo que sólo realizó trabajos de consultoría comercial para el magnate ruso, esta acción lo involucra en el aspecto en que Deripaska es uno de los tres oligarcas a los que el presidente ruso recurre de forma habitual, y uno de los principales acompañantes en las giras y viajes de Putin al extranjero.
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