La más impugnada

Carlos Alberto Pérez Cuevas

Una Constitución no puede por sí misma hacer

feliz a un pueblo. Una mala sí puede hacerlo infeliz. Guy Carcassonne

Lo que mal empieza mal acaba. Eso está sucediendo con la Constitución de la Ciudad de México. Un pésimo procedimiento de integración de un constituyente que nació mal, con una mezcla de autoridades en funciones de las cámaras del Congreso de la Unión, representantes designados de manera directa por los Ejecutivos federal y de la Ciudad de México, cálculos de integración y representaciones de las fuerzas políticas conforme a sus porcentajes electorales. Generaron un Frankenstein que nos ha exhibido ante el mundo como el peor diseño de constituyente.

A esto hay que sumar que el nuevo y efímero órgano parlamentario de construcción de la constitución local llegó después del documento preparado por el Ejecutivo como base para la discusión de la nueva Constitución. Todos en la ciudad sabían de este documento construido por un “grupo de notables” así llamado por el propio jefe de gobierno de la ciudad, que en una especie de suplantación parlamentaria hicieron el trabajo que los legisladores constituyentes tenían como mandato. Siempre fue el documento sobre el que bordaron discusiones y acuerdos.

Más que un borrador de la Constitución se trataba de un ideario. Un plan que plasmaba la visión parcial de un grupo político que hoy gobierna el híbrido llamado Ciudad de México que no es entidad federativa en el estricto sentido del término ya que no cuenta con la división territorial de municipios ni las facultades y el diseño de esta figura jurídica base de la organización federal que nos hemos dado. Los órganos administrativos y sus concejales no pueden ni deben tomarse como un símil de la figura municipal.

En medio de sesiones a medias, larguísimas discusiones y debates, denuncias de vicios y fallas en los procedimientos parlamentarios por fin se pudo construir la primera Constitución para la Ciudad de México.

Pero si el órgano encargado de crearla fue mal diseñado y su nacimiento fue producto de cuotas y no de un ejercicio de elección ciento por ciento ciudadano, si la génesis del documento con el silencio de la academia y el aval de juristas destacados no fue frenado antes de salir a la luz pública y el proceso no fue el más aseado y más claro, qué otro resultado podría haberse generado.

Sin duda ningún otro. Los desaciertos de esta Constitución que suplanta e invade facultades y competencias de entidades federales, que contraviene en muchos aspectos el pacto federal y la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y que vulnera derechos fundamentales consagrados e el orden jurídico nacional, no puede tener otro destino que —aun antes de nacer con todas las formalidades— ser el instrumento jurídico mas observado y rechazado. Este ejercicio presumido a los cuatro vientos es ahora la Constitución mas impugnada de la historia.

@perezcuevasmx

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