Los verdaderos culpables
Yazmín Alessandrini
El chaqueterismo del poblano Luis Miguel Gerónimo Barbosa Huerta y la capitalina Leticia Quezada Contreras, quienes hasta hace poco todavía pertenecían al PRD, pone de manifiesto lo que muchos mexicanos suponemos sobre nuestros honorabilísimos políticos: aquí en México no se vive para hacer política o para trabajar en pos del bien común. Lo que aquí permea es, aunque se me ofendan algunos, vivir de la política, servirse de la política, abusar de la política, valerse de la política y perpetuarse en el erario a costa incluso de la dignidad propia.
Ya lo dijo en su momento el filósofo-sociólogo-politólogo Groucho Marx: “Si no te gustan mis principios, no te preocupes… tengo otros”.
Sí, efectivamente, esos son nuestros políticos mexicanos, que un día se presentan como irredentos defensores de la democracia y al día siguiente ya traen puesto el disfraz de progresistas recalcitrantes. Y su cinismo es solo equiparable con su incongruencia. Porque sin importarles que se estén desempeñando como coordinadores de los senadores perredistas en la Cámara alta, como es el caso de Barbosa Huerta o que se les haya asignado la Subsecretaría de Asuntos Metropolitanos y Enlace Gubernamental del Gobierno de la Ciudad de México, como es el caso de Quezada Contreras, a estos personajes (como a muchos tantos más que no podría mencionar porque no hay espacio suficiente que permita incluirlos) lo que los mueve es la ambición, la deslealtad y la consolidación de sus proyectos personales. ¡Y párenle de contar!
Que estos dos señores un día se hayan levantado de su respectiva cama para (¡por fin!) presumir abiertamente su simpatía y apoyo hacia Andrés Manuel López Obrador, cabeza principal de Morena, sinceramente a millones de nosotros no nos afecta en nada. Sin embargo, lo que si resulta indignante en el comportamiento de este par de individuos es que, por un lado, consiguen una posición, se embolsan una cantidad considerable de recursos y supuestamente están defendiendo la ideología/plataforma/agenda de un partido determinado y al final resulta que no es así, porque en la práctica lo que están haciendo es llevar agua para su molino y engañar tanto al ciudadano como al patrón que los contrata, lo que a todas luces me parece deleznable.
Ahora bien, la dirigencia nacional del PRD y el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, ya tomaron cartas en el asunto sustituyendo a Barbosa Huerta y despidiendo a Quezada Contreras, respectivamente. Sin embargo, el tema no debe concluir aquí con respecto a la mala (malísima) praxis de este par de funcionarios, porque las instancias correspondientes deben investigarlos a fondo, realizarles auditorías exhaustivas y obligarlos a devolver hasta el último centavo de los recursos que les fueron asignados si se les comprueba que los destinaron a fines distintos a su quehacer político.
alessandriniyazmin@yahoo.com.mx
Twitter: @yalessandrini1