Por B.M.H.

Geert Wilders finalmente se ha quedado muy cerca de ser el gran ganador de esta jornada electoral en Holanda para alivio de las democracias europeas. El neofascista no ha podido imponerse y finalmente ha cedido ante el actual primer ministro, Mark Rutte, que salva el tipo con alrededor de los 24 escaños, que no disimulan la enorme pérdida de confianza de los holandeses en las formaciones tradicionales en favor del populismo.

A pesar de que durante las últimas semanas la extrema derecha lideraba los sondeos, las primeras estimaciones de voto reflejan eldesinfle que ha sufrido en las últimas horas de campaña electoral.

La firme estrategia de Rutte en la crisis diplomática con Turquía y las polémicas declaraciones islamófobas de Wilders podrían haber incitado este retroceso.

Los medios locales sostienen, poco después de cerrarse los colegios electorales, que el primer ministro habría obtenido el 31 por ciento de los votos, por el 19 por ciento de su principal rival este miércoles.

Ahora se abre un complicado periodo de negociaciones entre las 13 fuerzas que se espera que compongan el nuevo Parlamento neerlandés, de 170 escaños.

Esta extrema atomización obliga a Rutte a tener que encontrar entre 4 y cinco aliados de peso que le permitan formar un Gobierno de coalición en los próximos 100 días, periodo establecido en la Constitución para que se logre reunir un nuevo Ejecutivo.

Aquí es donde entran partidos como los socialdemócratas, que habrían cosechado los peores resultados de su historia y que han pasado de ser la segunda a la séptima fuerza más votada, los democristianos o los verdes.

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