Entrevista con Luis Farías Mackey/Autor de Diseccionando a Trump

Gerardo Yong

¿Noticias falsas, noticias alternativas? La confrontación entre el poder y los medios de comunicación sigue siendo tan vigente como en cualquier tiempo. Lo único que lo diferencia en el caso de Donald Trump es la manera en que dirige sus críticas contra la prensa estadounidense. El magnate ha apuntado todas sus baterías contra periodistas y medios de comunicación, principalmente contra los que se consideran más emblemáticos en la Unión Americana, tales como la cadena televisiva CNN y el diario The New York Times.

Esta guerra desatada por el mandatario deja entrever no solo una actitud hostil contra los periodistas sino una estrategia mediática enfocada en eliminar opositores a su régimen a través de un juego de mentiras y fomentando la desinformación.

Como un niño

Según expertos como Luis Farías Mackey, licenciado en derecho por la Universidad Iberoamericana y autor del libro Diseccionando a Trump señala a Siempre! que el mandatario busca infundir miedo en el trato con sus contrapartes y dejar en claro su fuerza; un estilo que recuerda mucho a los dictadores que han surgido a lo largo de la historia. Advierte que estos son síntomas de la personalidad de alguien que mentirá a toda costa con tal de mantener la fuerza y el poder de su lado.

También es signo de que Estados Unidos, tal como lo conocíamos, se está tambaleando y prueba de ello es que el Estado de derecho se está colapsando en un fracaso abierto por sujetar el poder al derecho. Esta acción es una clara violación al sistema democrático donde las libertades, como el derecho a la información, a la libre expresión y a la prensa libre, son cosas que Trump está deshabilitando para quedarse como paradigma lineal de su propia información, donde sería tanto el emisor como el receptor; ha secuestrado todo el parámetro informativo tradicional.

Trump se ha enfrascado en un guerra contra los medios de comunicación, ¿qué implicaciones tiene para su gobierno?

En la confrontación entre medios de comunicación y Trump, los medios de información son considerados por el mandatario como el enemigo público número uno. Estamos ante un mentiroso y un autócrata; contamos con elementos suficientes para saber que estamos ante un mentiroso consumado que sistemáticamente busca engañar, desinformar e imponer su versión o su realidad y, lógicamente, al mentiroso le molesta que lo desmientan o que lo delaten; es el lado mentiroso de Trump.

En la parte autócrata, le molestan los contrapesos propios de un Estado de derecho, los contrapesos de poder y, por lo tanto, cualquier oposición a sus dictados sea de un medio informativo como CNN o de una actriz, como fue el caso de Meryl Streep o de cualquiera que se le oponga, lo desquicia.

Además, es una forma de darle la vuelta al Congreso, darle la vuelta a los contrapesos propios del Poder Ejecutivo. Entonces, al mentiroso y al autócrata, quien los desmienta, quien se les oponga o desvista su tramoya es un enemigo. De ahí parte el pleito que estamos viendo.

Se ha habla sobre la personalidad de Trump como un individuo que padece lo que expertos psicoanalíticos definen como “narcisismo maligno”. ¿A qué conllevaría esta situación cuando está al frente del gobierno más poderoso del mundo?

Trump es como aquellos niños que en el momento en que se les llama la atención acusan a otro o se defienden diciendo que aquel lo hizo primero. Trump no es un político, es un advenedizo de la política que en su manual de negociación como empresario seguramente debe de tener como primicia voltear las cosas en lugar de contestar lo que se le pregunta; cuando se le hace una pregunta concreta, lo que hace es contraatacar y señalar a otros.

En este caso, acusa a la prensa de mentir, de desinformar y de oponerse a su gobierno. Asegura que los medios primero estuvieron en contra suya para evitar que llegara al poder y ahora se queja de que no lo dejan gobernar.

¿Qué hace con esto? Impone la agenda y, en lugar de que se discutan cuáles son sus ideas, sus incongruencias o sus mentiras, la gente está discutiendo sobre si la prensa tiene razón o no respecto a que el presidente es un perseguido o no. Este estilo le ha ido funcionando, primero empezó diciendo “noticias falsas” (fake news) y con eso se quitaba de encima cualquier cosa, cualquier pregunta que le hicieran la tildaba de fake news y simplemente no la contestaba.

Ahora inventaron los alternative facts (la verdad alternativa), de esa forma está imponiendo su agenda, pone a los medios de comunicación a la defensiva, y la opinión pública no solamente se olvida de indagar las mentiras de Trump, sino que empieza a cuestionarse si es cierto o no es cierto lo que él dice.

Es la personalidad del mentiroso autócrata, del que voltea todas las cosas en su favor, aunque también tiene otra expresión: de víctima; Trump es un especialista en victimizarse y voltea todos los ataques en su favor, lo cual es sorprendentemente patético, estamos hablando del hombre más poderoso del mundo, y pareciera que todo el mundo le ve la cara, que le toma el pelo, que abusa de él, y se victimiza. Cuando dice que Estados Unidos ha sido abusado por muchos años por el resto del mundo en materia comercial, de alguna manera podemos llevar esa frase a cuando se victimiza: “soy el hombre más poderoso del mundo pero miren nada más cómo la prensa me ha convertido en una piltrafa humana”.

La víctima necesita tener siempre enemigos y Trump ha encontrado un catálogo, un menú de enemigos para sus diferentes audiencias. A los trabajadores sin empleo les dice que los migrantes mexicanos son los culpables, a las madres de hijos asesinados por bandas criminales que no necesariamente son inmigrantes, les dice que los mexicanos son violadores, asesinos y narcotraficantes. A otros les dice que son los musulmanes o el ISIS.

A una franja muy importante les dice que los medios de comunicación son el enemigo número uno y ya hasta subió al ring a Obama, diciendo que él está atrás de todos los ataques. La consecuencia del mentiroso y del autócrata que voltea las cosas y se victimiza es forzosamente la censura.

Esto es algo muy grave porque en democracia lo que se requiere es apertura a todas las libertades, y no acortarlas. Vemos a un presidente que calla desde que fue candidato, que escoge a quién le pregunta y que expulsa a los periodistas de las conferencias de prensa.

Recientemente advirtió a medios paradigmáticos y emblemáticos de Estados Unidos que no asistiría a la cena anual de corresponsales y con ello busca erosionar la credibilidad en los medios. Es un mentiroso que tiene un discurso contradictorio, un día dice que es el que más respeta la primera enmienda, que más respeto tiene por los medios, pero al día siguiente se refiere a ellos como los enemigos número uno.

 

Mensaje contradictorio

Vemos a un gobernante que se destaca por encima de todas las cosas, incluso de su propio pueblo, ¿no suena más cercano a una dictadura?

En cualquier caso, el discurso que maneja Trump es contradictorio. Para él,  siempre hay una constante, quién es el enemigo, quién está mal, y él siempre es el bueno de la película. La víctima finalmente lo que busca es la visión para poder gobernar sin ningún límite.

La frase America first se parece mucho al eslogan del nazismo que rezaba “sobre Alemania, nada”. Lo que dice tanto aquí como en el mundo es: ¡se hace lo que yo diga!, es el America first traducido a como yo entiendo.

Lo que vemos es un atentado, un ataque directo al Estado de derecho. Si bien el Estado de derecho es una institución en crisis desde el  momento en que nació, creo que hoy, tratándose de la nación más importante y más poderosa del mundo, pudiera estar viviendo sus últimos días. El Estado de derecho no es otra cosa más que sujetar el poder al derecho, controlarlo, pedirle cuentas, y Trump lo que busca es que nadie le pida cuentas, que nadie le reclame y que nadie lo supervise.

Los medios son desgraciadamente un elemento muy importante, aun cuando no estoy diciendo que sean la panacea porque también responden a intereses, no son transparentes y siempre van a tener una tendencia, una ideología o por lo menos una simpatía o antipatía. A pesar de eso, los medios en su pluralidad permiten que el ciudadano común y corriente esté informado de diferentes fuentes y por diferentes voces de lo que está sucediendo en la realidad.

Trump lo que quiere es que no haya más que una sola voz, una sola versión, es un empresario y estos son verdaderos autócratas. En una empresa se hace lo que diga el que el manda y es así porque el dinero es suyo. Si la empresa quiebra, pues quien quiebra es él, no importa que se lleve entre las patas a sus clientes, a sus proveedores y a sus empleados.

Lo que dice es: se trata de mi dinero y yo tomo las decisiones que quiera; ese sistema tan autócrata, que puede ser útil en una empresa, no funciona en un gobierno. Es lo que está enfrentando a Trump no solo con los medios de comunicación, sino con el mundo y espero que a final de cuentas terminen por imperar los contrapesos de una democracia.


Trump no podrá vencer a la prensa

Dr. Amando Basurto*

Habría que poner el problema de la “guerra de Donald Trump contra los medios” en su dimensión real. El presidente estadounidense ha reiterado que los medios de información tradicionales (NYT, WP, CNN por ejemplo) son medios deshonestos y que sus reportes son “fake news” (a pesar de confirmar que la Casa Blanca tiene un grave un problema de filtraciones de información “real”). Últimamente los corresponsales a la Casa Blanca de estos medios han sido “desinvitados” a las ruedas de prensa presidenciales.

Esta maniobra para quitar peso a los inexpertos y descoordinados que hoy se encargan de comunicación de la presidencia no es ilegal ni necesariamente implica censura. La Casa Blanca está en su derecho a hacerlo mientras asuma responsabilidad y pague los “platos rotos” en términos de imagen. Esto no quiere decir que la administración no se atreva en un futuro a ejercer alguna acción de represalia contra los medios y los intente seriamente censurar.

Sin embargo, la historia reciente muestra que será muy difícil que la administración Trump logre acallar a la prensa, no sólo por una fuerte tradición de libertad de expresión sino porque los republicanos en posiciones de representación popular, cuya base electoral no sea sólida, pueden perder terreno ante una embestida de opinión pública. Dicho esto, no creo que la “censura” Trump pueda extenderse mucho más de lo que es hoy, y mucho menos a otros países (más que en forma de grosera confrontación como sucedió con Univisión).

*Profesor de la State University of New York, Doctorado en Política por la New School for Social Research

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