Son miles de casos los que no se conocen. La cifra negra es muy desproporcionada respecto a lo que realmente se sabe, pero son cientos de cadáveres encontrados en decenas de fosas clandestinas localizadas en más de la mitad de territorio nacional.

Los datos oficiales son sólo el fragmento de la “gran fosa clandestina” que es México, dicen representantes de los grupos de familias que, con sus propias manos y su propios recursos buscan incansablemente a sus desaparecidos, a sus seres queridos, en su mayoría víctimas de la guerra contra el narcotráfico, que comenzó en la administración del panista Felipe Calderón Hinojosa, en diciembre de 2006.

En los últimos años, las noticias sobre el hallazgo de este tipo de lugares parece que se han normalizado, y que a las autoridades locales y federales poco parece importarles.

En Tamaulipas, el grupo Familiares y Amigos de Desaparecidos, asegura que con sus datos pueden hablar de cinco mil personas encontradas en fosas comunes en los panteones municipales tamaulipecos, “pero lamentablemente ninguno coincide con el de los desaparecidos desde 2011”.

Tamaulipas es una de las rutas usadas por los narcotraficantes para el tráfico de drogas a Estados Unidos. Dos organizaciones, el Cártel del Golfo y Los Zetas, mantienen una lucha interna por su control.

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“Veracruz es una fosa enorme”, dijo el fiscal veracruzano Jorge Winckler tras el descubrimiento de al menos 350 restos en fosas comunes encontradas en las últimas semanas por ciudadanos.

Lucía Días, la madre de uno de las decenas de desaparecidos que forma parte del Colectivo Solecito, ha presionado a las autoridades para investigar los campos veracruzanos en donde otros ciudadanos encuentran restos, porque desde hace más de un año tenían la sospecha de que la zona conocida como colinas de Santa Fe, en el puerto de Veracruz, era lugar de una fosa clandestina.

Ante la poca actividad por parte de las autoridades, los activistas de Solecito fueron a Colinas de Santa Fe, en agosto de 2016, con la esperanza de encontrar alguna hulla de sus seres queridos.

Sin embargo, los activistas dijeron que es “imposible determinar” cuántas personas están enterradas y no están seguras de que las fosas no se hayan utilizado recientemente.

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En Guerrero, la historia no es diferente, el grupo Los Otros Desaparecidos ha recuperado 321 cuerpos desde fines de 2014, de los cuales solo 15 han sido identificados.

En enero de 2016, integrantes de Los Otros Desaparecidos de Iguala encontraron restos humanos en dos fosas clandestinas en los cerros de Los Pericones y La Laguna, en el municipio de Teloloapan.

Actualmente 400 familias de Acapulco, Taxco, Cocula, Huitzuco y Arcelia pertenecen a Los otros Desaparecidos de Iguala, y todos tienen la esperanza de encontrar a sus familiares desaparecidos.

Estadísticas señalan que Guerrero es una de las regiones más pobres de México y registra una de las tasas más altas de homicidios con asesinatos casi cotidianamente en distintas localidades, entre ellas Acapulco.

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Mientras que en Coahuila, en 2007, Diana Candelaria Iris García, fundadora de Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila, comenzó a reunirse con un grupo de colectivos ciudadanos para buscar personas desaparecidas en el territorio coahuilense; actualmente tienen 290 casos de desapariciones.

“Desde que se agudizó la violencia e inseguridad en el país nos convertimos en víctimas de una situación que ni los gobiernos locales y federales respondieron…” afirma la activista.

Iris García sostiene que “sin la verdad sobre lo que pasó con los desaparecidos en México no habrá justicia, y sin justicia no habrá memoria de la barbarie vivida en el país”.

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En Morelos, las autoridades están rebasadas, las desapariciones continúan por todo el territorio, “ellos tratan de ocultar la verdad y nosotros de encontrarla” afirmar los grupos de familias de los desaparecidos que buscan sin descanso a sus seres queridos.    

Angélica Rodríguez Monroy, integrante del grupo Búsqueda de Familiares: Regresando a casa Morelos, A.C., explica que este grupo nació por el “dolor e impotencia de ver cómo las autoridades municipales y estatales no daban celeridad al proceso de búsqueda  de su hija”.

“Haremos lo que está en nuestras manos para reencontrarnos con nuestros familiares y exigir al Estado de Morelos que brinde la seguridad para todos los habitantes”, afirmaron los integrantes del grupo.

Hay que decir que Morelos, al igual que los estados vecinos de Guerrero y Estado de México, ha sufrido durante años de la violencia del narcotráfico y las desapariciones, lo que da esperanza a algunos familiares para finalmente encontrar a sus seres queridos.

 

La recomendación

La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), advierte que “es prioritario atender a los familiares de las víctimas de estos dolosos acontecimientos y exigir la verdad y el acceso a la justicia, ya que en ocasiones las familias, en su desesperación, se ven obligadas a hacer lo que en principio le corresponde a la autoridad”.  

El informe 2016 sobre la situación de los derechos humanos en México de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), subraya que lo peor del asunto de los fosas clandestinas es que “los autores intelectuales y materiales de las desapariciones y posteriormente de las fosas clandestinas quedan impunes, lo que a la larga trae consigo graves consecuencias para el Estado de Derecho”.

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(Con información de Nación 321)