El presidente de Corea del Norte, Kim Jong-un, impidió la salida de todos los residentes malasios que se encuentren en el país, en una medida destinada a esclarecer la muerte de su hermano Kim Jong-nam, asesinado el mes pasados cuando se disponía a abordar un avión rumbo a Macau en el aeropuerto de Kuala Lumpur.

Esta prohibición ha sido el primer paso para la agudización de las relaciones bilaterales con Malasia, ambos países han sido socios por décadas. Asimismo, tiene lugar un día después de la expulsión del embajador norcoreano en Kuala Lumpur, Kang Chol, al que el gobierno malasio declaró persona non grata el pasado fin de semana debido a sus duras críticas en torno a la investigación del asesinato del pariente del líder supremo norcoreano.

El gobierno malayo reaccionó a esta medida de Pyongyang cerrando el acceso a la embajada norcoreana en Kuala Lumpur y exigió la liberación inmediata de once ciudadanos malayos retenidos en la capital norcoreana en lo que consideró “fueron convertidos en rehenes”.

“Los once han quedado convertidos, en la práctica, en rehenes”, dijo el primer ministro malasio, Najib Razak. “Este acto aborrecible se produce en completo desprecio de todas las normas internacionales y diplomáticas”.

Kim Jong-nam murió el 13 de febrero luego que dos mujeres le esparcieren con un agente nervioso VX, según las investigaciones de Malasia, cuya policía relaciona a ocho norcoreanos y un alto mando de la embajada, con el crimen. Corea del Norte disputa esas conclusiones. Según su versión, el fallecido era el ciudadano Kim Chol, que viajaba como un pasaporte diplomático y que murió de un ataque al corazón.

Hasta el momento solo han sido acusadas formalmente de la muerte dos mujeres, la vietnamita Doan Thi Huong y la indonesia Sitti Aysah.

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