Verdades y mentiras
Marco Antonio Aguilar Cortés
Trump dice: “La deportación de migrantes es un operativo militar”. El mismo día en México el secretario de Estado Rex Tillerson y el secretario de Seguridad Interior John F. Kelly afirman: “No se militarizará el problema de ilegales”.
Trump asegura: “Haremos deportación masiva de inmigrantes… el sí o el no de México no importa… todo ilegal será expulsado”; mientras sus secretarios aseguraron: “No habrá deportaciones masivas… nos interesa mucho la relación entre México y Estados Unidos… todo lo que se haga será en estrecha coordinación… la deportación se concentrará en elementos delictivos”.
¿Quién miente, Trump o sus dos secretarios?
Las palabras de Trump se hacen realidades dramáticas, observándose veraz, pero perverso.
Rex y John se presentan más políticos y diplomáticos, pero mentirosos; sin embargo, más agradables y tranquilizadores.
Frente a esas contradicciones de la política estadunidense, transcribiré lo recientemente externado por el papa Francisco: “Muchos católicos llevan una doble vida de falsedad. Lo escandaloso es decir una cosa y hacer otra. Mejor ser ateo que un católico hipócrita”.
Ni Trump ni sus secretarios Tillerson y Kelly son católicos, pero son cristianos y, como parte de la humanidad, tejen y destejen verdades y mentiras para hacer prevalecer sus intereses, sin importarles el grave daño que causan.
Preferibles son los que piensan, hablan y actúan con apego a la verdad, aunque esta nunca sea absoluta.
Quienes mienten corrompen y destruyen todo, hasta a sí mismos.
Give the public a break – The FAKE NEWS media is trying to say that large scale immigration in Sweden is working out just beautifully. NOT!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) February 20, 2017
La mentira como la verdad pueden ser utilizadas para mal, y para bien; entendiendo el bien y el mal como conceptos dialécticos y relativos a algo y a alguien, espacial y temporalmente.
En esa perspectiva, nos damos cuenta de que el presidente Trump es directo, burlón, despiadado, malo, por ello se ha vuelto odioso. Y aún diciendo su verdad, juega protervamente con la mentira, de manera inmoral, porque es consciente de que perjudica: “Amo a los mexicanos, y ellos me aman”, “Yo respeto mucho a México y reconozco las cualidades y aportaciones de los mexicanos”, cuando públicamente nos ha endilgado los adjetivos despectivos más crueles y humillantes.
Esas cuestiones contradictorias de la verdad y la mentira también las tenemos en casa. Vean las embarradas de inmundicias que se han lanzado mutuamente Andrés Manuel López Obrador, líder indiscutible de Morena, y Miguel Ángel Yunes Linares, gobernador de Veracruz. Ambos agresivos, de escándalo, de raíz priista, aquel desembocado en la izquierda y este en la derecha.
Ambos se han dicho sus verdades, para seguir viviendo de sus mentiras.
Uno y otro son muy distintos. Las mentiras, deshonestidades y nepotismo de Yunes son demasiado elevados. Las deficiencias y torpezas de Andrés Manuel son reducidas y de otra índole. Este tiene una gran aceptación popular, aquel ninguna.
Los dos, en sus estilos, siguen rumiando sus rencores.



