Entrevista con Oscar Martínez/Periodista y escritor salvadoreño

Nora Rodríguez Aceves

A los gobiernos centroamericanos no les importa lo que suceda con los migrantes en su tránsito por México. Los políticos prefieren sacrificar a su gente con tal de no sacrificar su economía, así ocurre desde hace mucho tiempo. “A veces hacen show sobre la discusión de acuerdos o políticas migratorias que integren a todos los países de Centroamérica, pero no es duradero y los proyectos de integración regional terminan medio inválidos por dos razones:  la falta de interés y la capacidad de corrupción que tienen las personas que dirigen estos países”, señala Oscar Martínez, periodista y escritor salvadoreño.

“Los gobiernos son profundamente corruptos, por ejemplo, en El Salvador, sus tres últimos presidentes son investigados por el mismo delito, enriquecimiento ilícito, aunque uno está ya preso; Guatemala tuvo que deshacer su gobierno y convocar a nuevas elecciones y ahora su presidente y su vicepresidenta están presos, Otto Pérez Molina y  Roxana Baldetti,  respectivamente”.

A Baldetti —dice— “la requiere la Corte de Estados Unidos por enviar cocaína a Norteamérica.  Mientras que Honduras es el último país de América Latina que ha tenido un golpe de Estado. “Somos democracias sumamente débiles, dirigidas por una banda de corruptos; claro que Centroamérica tiene un gran problema en sus estructuras gubernamentales, mucho del dinero que llega para proyectos de mejoras en las comunidades potencialmente migrantes termina en las bolsas de políticos corruptos”.

Salvación económica

El autor del libro de crónicas Los migrantes que no importan explica a Siempre! que hay dos problemas fundamentales; el primero: una clase política donde la corrupción es un sistema asumido y ejecutado todo el tiempo; y el segundo: detener la migración no es una prioridad dentro de los gobiernos centroamericanos por una razón sencilla,  gran parte del producto interno bruto (PIB) de esos países depende de las remesas, porcentajes que rondan el 20 por ciento del PIB.

“Países como El Salvador, Honduras y Guatemala dependen de las remesas que envían los indocumentados que se la rifaron en el tren, que se la rifaron en los montes mexicanos, que tuvieron que pasar sin permiso de nadie hasta el otro lado”.

Oscar Martínez, coordinador del proyecto Sala Negra del diario digital salvadoreño elfaro.net, comenta que la posibilidad de un acuerdo migratorio entre países de CA para enfrentar las medidas implementadas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en contra de los migrantes indocumentados, está muy lejos de suceder.

Habla de lo que podría ser una utopía, que como tal no se alcanzará nunca, pero asegura que un gobierno con responsabilidad moral hacia sus iguales y que dé la cara y asuma una posición firme ante un gobierno que los ha despreciado tan profundamente como el de Donald Trump “ya hubiera abierto la posibilidad de flexibilizar las medidas para los centroamericanos que quieren transitar por México; hubieran creado más visas que permitieran que un centroamericano entrara, visas por periodos cortos como las tienen algunos guatemaltecos que viven en la frontera o mexicanos que viven en la frontera con Estados Unidos; permisos de tránsito por la zona sur de México, pero no nos engañemos, México y Centroamérica nunca se han hablado”.

“Se hablaron un poco durante las guerras, cuando todos volteaban a ver a El Salvador porque ahí se dirimió la colita de la Guerra Fría, entonces todos los países y los grandes medios de comunicación enviaron a sus  corresponsales y el PRI de aquella época apoyó de alguna manera la guerrilla salvadoreña, pero desde  que vivimos en  democracia, México y Centroamérica se hablan muy poco”, indica Martínez.

Destaca que los gobernantes centroamericanos van más a Estados Unidos que a México, no hay grandes planes de cooperación y, lejos de eso, México le aplica a Centroamérica lo que Trump aplica a México; el Plan Frontera Sur es un ejemplo claro, es un plan de detección y detención migratoria masiva, igual que las redadas en el tren conocido como La Bestia, y en los lugares de trabajo aplican la vara que esperan que Estados Unidos no les aplique.

“En los últimos años, no ha habido una solidaridad entre México y Centroamérica, se trata mas bien de  individuos, separados, que hacen lo que cada quien quiere y lo que cada quien puede, sin pensar si afectan directamente a los migrantes”.

El mensaje del miedo

Oscar Martínez asegura que “la idea del sueño americano hace muchos meses que dejó de existir, ningún migrante habla ya de eso, al menos en Centroamérica. La gente sabe que va a Estados Unidos a pasarla mal, a trabajar mucho, a casi esclavizarse, pero que hay posibilidades de enviar remesas”.

Afirma que mientras el tiempo avanza se da cuenta paulatinamente de que cada vez hay más migrantes que tienen miedo, que creen que ya no se puede ir a Estados Unidos, que tienen la idea de que la frontera ya está completamente amurallada, hay miedo. El mensaje que rebota desde nuestros migrantes en Estados Unidos es que todos andan con miedo de tomar un carro y conducir;  de salir a la calle y tomar una cerveza;  ese miedo divulgado, la gente se lo ha creído.

Aunque hay efectos prácticos en esto, los coyotes que operan desde Reynosa hasta Houston ya aumentaron las cuotas con la excusa de la llegada de Trump, antes cobraban tres mil dólares y ahora cobran cinco mil, aprovechan toda esta verborrea del nuevo presidente norteamericano para lucrar. Coyotes que operan en la frontera, que cobran por cruzarte e introducirte hasta una ciudad estadounidense, han aumentado casi 100 por ciento de la cuota que cobraban.

Reorganización migratoria

El panorama de la migración centroamericana dentro de México se está reorganizando, mucha gente ya no viaja en tren, está buscando nuevas rutas, algunas de ellas a pie, caminando, para poder subir hasta el norte, esas son las diferencias  que marcan el contexto actual, señala el autor de Una historia de violencia: Vivir y morir en Centroamérica

México está en un momento en el que tiene que decidir continuar con su tradición histórica de ser un país de bienvenida para los refugiados de otras partes del mundo o si empieza, por primera vez, a ser un país hostil para quien le solicita refugio porque quiere salvaguardar su vida.

@noraaceves8

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