Jaime Luis Albores Téllez
Margaretha Geertruida Zelle, más conocida como la Mata Hari (ojo del alba, en javanés), identidad que se inventó para dar a saber que “no importaba que viviera de noche, sabía lo que sucedía de día”. Parece que el significado del nombre al ser conocido por los generales de Alemania y de Francia durante la Primera Guerra Mundial, quienes además eran sus amantes, y a la vez desconfiaban de todo mundo, se creyeron lo que les contaba una mentirosa compulsiva, que los embobaba con su belleza, con sus movimientos de cintura y pechos desnudos. Los convencía de saber secretos de políticos y militares, pues les daba referencias como nombres completos, manías, direcciones de donde vivían o pasaban sus días de asueto. Lo sabía por las confidencias de alcoba. Utilizaba estos datos para crear admiración en sus amantes y hacerlos creer que los secretos guardados eran tan valiosos que si querían saberlos tenían que tratarla como una reina. Es así como surge la leyenda de la gran espía, que realmente no lo fue porque toda su vida mintió, buscó la indiscreción, para venderse al mejor postor. Contrario a las reglas de un espía profesional.
Siempre aprovechó las circunstancias para pasar como una princesa de Java que bailaba exóticamente, ya que sus rasgos orientales heredados de su madre la popularizaron. En esa época la imagen de la mujer oriental creada por la literatura romántica del siglo XIX era la sensación, pues se le presentaba enigmática, rodeada de silencio, conocedora de secretos sexuales, una gran amante capaz de volver loco a cualquier hombre. Mata Hari le gustaba leer libros románticos, imitaba las descripciones de los personajes femeninos, se paraba frente a un espejo a ensayar las miradas con efecto de lejanía, los movimientos de las manos con cierta delicadeza, su andar con pasos cortos. Y bailar no sabía, pero le gustaba representar una danza india, La danza de los siete velos, a mucha gente le gustaba ir a verla, hombres y mujeres, se desnudaba completamente como nadie se había atrevido en esa época, ese era su éxito, exhibirse desnuda ante un público numeroso.
En fin, Mata Hari, de origen holandesa, el trece de febrero de 1917, fue sometida a un juicio, acusada de espionaje, de ser una agente doble para Alemania y Francia. Y en ese juicio se dieron cuenta de todas sus mentiras, sus contradicciones la delataron, pero ella acostumbrada a mentir siguió mintiendo para tratar de salvarse, no lo logró. La culparon de espía, cuando nunca lo fue.




