Barrales, López Obrador, fosas, Trump…

Carlos Alberto Pérez Cuevas

Sencillo truco para saber el tamaño de una mentira:

mide el largo de la explicación y multiplícalo por el ancho de la excusa. Anónimo

Como si viviéramos en un cuento en el que la realidad parece no importarle a nadie, en el que los personajes viven su propia realidad; o quizás más grave, tienen la intención de imponer su irrealidad, aplicando la sentencia hegeliana de que si “la teoría propuesta no se corresponde con la realidad, pues peor para la realidad”. Desgraciadamente esta sentencia socialista ha sido aplicada y  generalizado lo mismo en izquierdas, derechas, centros y por actores de todas las clasificaciones políticas que se nos ocurran.

Pero vayamos ahora sí a las realidades e irrealidades en la conducta de muchos personajes. Esto viene a colación por el más reciente de los escándalos políticos respecto a bienes materiales: el caso de  Alejandra Barrales, líder nacional del PRD, quien mencionó que había olvidado informar sobre una propiedad, concretamente un departamento que adquirió en la ciudad estadounidense de Miami con un costo aproximado de un millón de dólares.

Algo que resulta fuera de la realidad es la justificación o excusa que se pretende dar después de ahogado el niño. Se acusa una filtración de la información y se hace una polvareda que obnubila y confunde, pretendiendo centrar el debate en la filtración, que por supuesto constituye una conducta delictiva, pero no se debe perder el centro de atención ya que esta no destruye la obligación de un actor político que ha ejercido diversos cargos y esta obligado a transparentar sus bienes y adquisiciones.

Lo irreal resulta decir que no se informó sobre ese bien por un pequeño descuido u olvido. ¿Quién puede olvidar una propiedad de ese costo? No informar a tiempo ya genera incredulidad.

Pero no es el único caso. Ahí tenemos a López Obrador con el “cállate” que le propinó al padre de uno de los 43 normalistas, para inmediatamente pretender justificar que le dijo “que te vaya bien”. Al menos la expresión de su rostro no coincide con esta última frase. Pero un día dijo “cállate, chachalaca”. Y eso pone en duda lo que dice que dijo.

Pasa lo mismo con los cientos de fosas de cadáveres que se han encontrado a lo largo y ancho del país, producto de la inseguridad y del control de la delincuencia organizada. Son ya tan cotidianas que a nadie le generan horror.  La economía que no crece, las dádivas del gobierno en los procesos electorales principalmente en el Estado de Mexico, desde dinero en efectivo hasta computadoras. O lo mal que nos ha tratado Trump.

Y la autoridad dice que todo está estratégicamente medido y controlado. Que es el mejor momento de México y que el problema son las otras economías en el mundo y la mala fe de los ciudadanos de no reconocer lo bien que va nuestro país.

Casos hay por cientos que pretenden imponer una irrealidad, tratan de tapar el sol con un dedo.

@perezcuevasmx

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