Mireille Roccatti

Nemo patriam quia magna est amat, sed quia sua.
Nadie ama a su patria porque sea grande, sino porque es suya.

Las próximas elecciones en las que se renovarán las gubernaturas del Estado de México, Coahuila y Nayarit son relevantes, y por ello es muy importante que todos los ciudadanos de esos estados participen, acudiendo a las urnas. La democracia no se agota en las urnas, pero pasa necesariamente por estas.

La democracia o el ejercicio democrático han adquirido gran importancia en la vida actual de nuestro país, dado que seguimos inmersos en un inacabado proceso de transición democrática. Después de siete décadas de partido casi único, disfrutamos o padecimos una alternancia de dos sexenios lograda a través de la vía electoral. Y hoy para nuestra incipiente democracia es necesario fortalecer esas prácticas democráticas.

La democracia requiere de adaptación cultural, es decir, se requiere educar a la población para vivir en democracia, educación que consiste en lograr que los individuos tengan claro el significado y valor que tiene para ellos mismos, para sus familias y sus comunidades. La democracia no se agota en un proceso electoral, es una práctica continua de participación de la ciudadanía en el acompañamiento y corresponsabilidad en las tareas de gobierno. Una auténtica democracia va más allá del ejercicio electoral, supone una participación real de los ciudadanos en las grandes decisiones del gobierno.

El ejercicio de un verdadero gobierno democrático se consigue con una mayor participación de todos los sectores de la sociedad en la vida política, cuyo objeto, entre otros, es promover la justicia social, luchar contra la impunidad y la corrupción, así como atacar de raíz las causas de la marginación y la pobreza.

La participación de la sociedad civil en la toma de decisiones trascendentales lleva a la apropiación del país, a que sintamos, en nuestro caso, que México nos pertenece, que México no es propiedad de solo unos cuantos políticos, y que entre todos somos capaces de transformarlo.

Resulta muy preocupante el desarrollo de las campañas en un clima de odio y descalificaciones, porque crean un clima de encono y división; igualmente preocupantes son los niveles de abstencionismo en elecciones pasadas, de 60 a 70 por ciento. Unos gobernantes y representantes populares electos de esa manera pierden legitimidad y todos perdemos la oportunidad de decidir el rumbo del país en los tres ámbitos de gobierno, de premiar o castigar al partido gobernante en turno y desde luego de participar activamente en la elección de quienes, para bien o para mal en el corto y mediano plazo, habrán de ejercer el poder.

Estoy convencida de la necesidad de acudir a las urnas, estimo que es necesario y urgente en esta coyuntura por la que atravesamos, la emisión libre y razonada del voto. Expreso en estas líneas mi escepticismo respecto a las prácticas en elecciones pasadas, de la utilidad del voto en blanco o el voto nulo, así como mi respeto tanto por esa decisión como por algunos respetados y respetables luchadores sociales, que promueven el abstencionismo o la anulación del voto insertando una leyenda de repudio en la boleta electoral, respeto su decisión pero creo que están equivocados.

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