Acusaciones y señalamientos

Yazmín Alessandrini

El Estado de México vivirá horas cruciales el próximo 4 de junio, cuando en las urnas poco más de once millones de mexiquenses (en caso de que ese domingo salgan todos a sufragar) definan al sucesor de Eruviel Ávila Villegas. Efectivamente, se trata de una elección sumamente importante tanto para el país como para la segunda entidad más poblada de nuestra nación y, por supuesto, para los partidos políticos y sus candidatos. Este proceso electoral habrá de convertirse en el termómetro de lo que se vivirá en 2018, cuando habremos de elegir a nuestro próximo presidente de la república. Sin embargo, no pienso caer en panfletos y en frases comunes como el Instituto Nacional Electoral (INE) de Lorenzo Córdova Vianello, que cada vez que hay votaciones esgrime el argumento de que “se trata de la elección más importante en la historia de México”. Eso no es verdad. Sí, son importantes, pero no definitorias. Punto.

Por eso, bien vale la pena atisbar a posteriori en lo que ocurrió el martes pasado durante el primer debate entre los seis aspirantes a gobernar esta entidad que históricamente se ha significado como preponderante bastión del PRI.

Lamentable y lastimosamente, a juzgar por lo que vimos en este debate, la historia se sigue repitiendo y no se ve por dónde pueda cambiar, dado que los candidatos, sin importar nombres, siglas, colores o partidos, prácticamente ya se han olvidado de proponer y de construir plataformas congruentes enfocadas no sólo a granjearse el voto del elector sino también a impulsar el progreso y el desarrollo de la ciudadanía en caso de resultar ganadores en las urnas. No. Nada de eso. Aquí lo que permea en México, desde hace mucho tiempo, ya sea o no época de votaciones, es el ataque, el insulto, el señalamiento (fundado o infundado)… una deleznable guerra de lodo total de la que prácticamente nadie se salva.

¿Qué aportaron durante su perorata del martes pasado Delfina Gómez Álvarez (del Movimiento de Regeneración Nacional), Josefina Vázquez Mota (del Partido Acción Nacional), María Teresa Castell de Oro Palacios (candidata independiente), Alfredo del Mazo (candidato de la coalición PRI-PVEM-PANAL-PES), Óscar González Yáñez (del Partido del Trabajo) y Juan Zepeda Hernández (del Partido de la Revolución Democrática) de cara a convencer al sufragante potencial y que históricamente, no solo en el Estado de México sino en el país entero) solo es visto de manera clientelar sexenio tras sexenio y que por los siglos de los siglos apenas deposita su voto en la urna y los políticos lo convierten en un ser invisible y sin importancia?

Pues prácticamente nada. Así de simple. La mayor parte del tiempo transcurrió entre acusaciones y señalamientos: “Tú hiciste”, “tú te robaste”, “los de tu partido son unas ratas”, “ustedes epitomizan la corrupción”, “¿qué hiciste con aquella lana y aquellos recursos?”, etcétera.

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