Ernst Jünger

Jaime Luis Albores Téllez

Ernst Jünger, con sus libros, influyó de modo importante a Hitler, en su forma de pensar o concebir la guerra, como un acontecimiento que transforma y ennoblece a la sociedad.

Hitler leía fascinado Fuego y Sangre, obra que le dedicó personalmente Jünger. También leía por las noches, con ferviente admiración Tempestades de acero, La guerra como experiencia interior, El bosquecillo 125. A través de estas obras literarias se forma una filosofía, donde Jünger ejerce culto a la muerte, ya que en ellas demuestra que la superación del miedo a morir vence cualquier miedo. Hitler, influenciado por sus lecturas da gloria a sus soldados, resaltando el sacrificio por la patria. Ernst Jünger conoce el efecto mágico de las palabras escritas. Se da cuenta que los ideales caballerescos de Hitler, como los de Don Quijote de la Mancha, influyen en un lector que se olvida de sí mismo, para crear una historia, su historia, donde el individuo se crea una visión de su “mundo interior que hechiza

al mundo exterior”. Jünger ve a Hitler como al Quijote alemán, o como el “soldado desconocido”, figura de la Primera Guerra Mundial, descendiente de ideales humanos. Y esta visión hace que cambie sus primeros dramas de guerra por historias donde los individuos tienen una fuerza transformadora al poder coordinar el “yo” y los mundos interior y exterior. Así nace Der Walgange, libro que apareció en 1951, que alude al hombre como un ser de conciencia. A la vez transmite el concepto del mundo donde el cráneo es la catedral, podemos decir la cúpula, que separa las concepciones interiores de las exteriores. Y en sus diarios escribió refiriéndose al ser humano: “El mundo se ha creado de tal modo, por los seres humanos, que los prejuicios y pasiones siempre exigirán sangre. Fueron condenados todos los que no aceptaban a Dios, los que nunca reconocieron un dogma, una teoría. Y al final no hay pensamientos nobles, por los que no se haya derramado sangre”.

En fin, Jünger continúa entre los actuales lectores, grupos, sobre todo en Francia, que discuten a la fecha sus obras, para saber por qué las palabras escritas tienen magia.

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