Hambre y sed de presencia mediática

Yazmín Alessandrini

Al calor de las campañas, se hacen y se dicen muchas barbaridades, muchas estupideces. Tanto en los actos proselitistas como frente a las cámaras y grabadoras, e incluso ahora al utilizar las redes sociales. Tal pareciera que la efervescencia política trastorna a grado tal a los protagonistas de este bizarro circo de tres pistas que repentina y sorpresivamente no logran conectar la boca con el cerebro y acaban exhibiéndose de fea forma dejando salir su verdadera personalidad.

Y, tristemente, nuestros brillantes políticos (por fortuna hay honrosísimas excepciones) suelen vivir al máximo aquel célebre aforismo del escritor irlandés Oscar Wilde: “Hay solamente una cosa en el mundo peor que hablen de ti… y es que no hablen de ti”.

Me viene a la memoria el comportamiento más reciente del expresidente Felipe Calderón Hinojosa, un individuo a quien prácticamente le importa un bledo el hecho de haber ostentado el cargo más importante al que puede aspirar un mexicano, el de primer mandatario. Y es que, todavía hambriento y sediento por seguir teniendo presencia mediática (como si no le hubieran bastado los seis años que residió en Los Pinos), el michoacano se la pasa, desesperado, de lunes a domingo y las 24 horas del día, buscando la más mínima oportunidad para figurar en los encabezados en los llamados horarios de primetime.

Y para botón de muestra dos de sus más recientes “perlas de ignominia”, las cuales compartió con todos los mexicanos a través de su cuenta de Twitter: en la primera, don Felipe hace escarnio y se mofa del nombre de la candidata del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Delfina Gómez Álvarez, de quien se expresó de la siguiente manera: “¿Delfina es nombre propio? ¿O así le dicen por cómo la trata quién la nombró y es su jefe?”

Este comentario, o tuit, lo posteó el pasado día 4, y el mismo día, unas horas después, en forma por demás cobarde, lo borró, cosa que no sorprende en lo más mínimo, porque la mayoría de los panistas son así, están acostumbrados a aventar la piedra y a esconder la mano. Sin embargo, por enésima ocasión, este tipo de acciones nos permiten corroborar que uno de los peores errores que se han registrado en la historia del México moderno tiene que ver con el hecho de que de 2006 a 2012 tuvimos como presidente de la república a un hombre misógino, intolerante y vulgar, incapaz de profesarle respeto a aquellos que son distintos a él, tanto en género como en condición étnica y social.

Cierto. Probablemente Delfina Gómez no coincide con el fenotipo de la mujer de este hombre, la (dizque) precandidata a la Presidencia de la República para 2018, Margarita Zavala. Pero el hecho de que la morenista no cuente con la clase, la distinción (sí, ¡cómo no!) y no se vista con ropa de caros diseñadores como la ex primera dama, no es motivo para desestimar la legitimidad con la que busca ser gobernadora del Estado de México. ¿O qué, señor Calderón, las gubernaturas, las secretarías de Estado y demás puestos públicos solo son para gente guapa, pudiente y distinguida como usted y su esposa? ¿O sí?

Pero la cosa no paró en los insultos y descalificaciones a la candidata de Morena a la gubernatura del Edomex. Igualmente utilizando su cuenta de Twitter, mister Calderón se refirió despectiva y groseramente a los simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador, líder nacional de Morena, con el siguiente comentario: “Ya serénense pejechairos, están leyendo muchas encuestas. Están nerviosos y agresivos, más que de costumbre”.

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