No se tiene memoria reciente de un percance automovilístico en la Ciudad de México de tal magnitud como el registrado la madrugada del 31 de marzo en la esquina de Reforma y Lieja. Un automóvil de la marca BMW, conducido a 180-200 kilómetros por hora —en una avenida para circular a 50-60 kilómetros—, se estrelló en un poste y se partió en dos, como si un cuchillo rebanara una barra de mantequilla. El saldo, por demás dantesco, fue de cuatro jóvenes muertos cuyos cuerpos desmembrados quedaron esparcidos en la banqueta y, milagro de Dios o de la tecnología, el conductor —ebrio y presumiblemente drogado— salvó la vida con apenas unos cuantos rasguños.
En la imagen, transeúntes curiosos ante los restos del automóvil BMW frente a la Agencia del Ministerio Público en la sede central de la delegación Cuauhtémoc.
Fotografía: Agencia EL UNIVERSAL.