El extremismo radical es el nuevo fantasma que recorre Europa. Ante la cercanía de las elecciones en Francia, llama la atención que ninguno de los candidatos de centro o de los llamados moderados sean los punteros en los comicios de la segunda potencia europea. A escasos tres días de la votación, la ultraderechista Marine Le Pen, del Frente Nacional, y el izquierdista radical Jean-Luc Mélenchon, del Partido Socialista Francés, son los virtuales rivales que se pelearán el derecho a gobernar la patria de la Marsellesa. El resto está en manos de los votantes.

Sólo el candidato independiente Emmanuel Macron ha sido el único que se ha colado en la competencia. Se trata del ex ministro de Economía, Finanzas e Industria de Francia. Su posición es muy semejante a la de Charles de Gaulle que combina la visión de izquierda con la soltura de derecha. Es considerado como el alquimista que busca una fórmula entre el establishment y el antiestablishment, entre las formas liberales y los planes proteccionistas.

Aunque esto parezca descabellado, Macron figura como una pieza clave en el proceso electoral, seguido por Marine Le Pen. De hecho, se especula que si hubiera una segunda vuelta entre ambos aspirantes, el primero sería el virtual ganador en una segunda vuelta que se realizaría el 7 de mayo.

En el caso de Melenchon, éste a ha repuntado de manera notable, seguido por Francois Fillon, ex primer ministro francés y candidato de los Republicanos. Fillon era de hecho una figura fuerte, pero ha estado bajo fuego desde hace un mes cuando se le descubrió que recibió más de 50 mil dólares para organizar un reunión entre empresarios franceses y rusos (¿les suena algo parecido?).

Un esquema común en todos es la posible retirada de Francia de la Unión Europea. Le Pen apoya una salida total del bloque europeo y d hasta a decretado que su victoria sería la muerte de la Europa comunitaria. Sólo Macron defiende la persistencia en un bloque europeo.

Melenchon propone “una salida conjunta de los tratados europeos al abandonar las normas existentes para todos los países que lo deseen y la negociación de otras reglas”. Si este plan falla, hay una opción B, que sería “la salida unilateral de los tratados europeos por parte de Francia para proponer otras formas de cooperación” (es decir, un “Francesortie” semejante al Brexit. Sin embargo, la clase empresarial le tiene miedo, pues su radicalismo les recuerda el periodo de Francois Mitterrand cuando llegó al poder en los ochenta con toda la disposición de nacionalizar a la banca; esto con ayuda de los soviéticos ¿les sigue pareciendo conocido?

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