La disputa de la segunda vuelta

Mireille Roccatti

En un proceso electoral que constituye un referente mundial por las representaciones geopolíticas-económicas que tendrán sus resultados, el centrista Emmanuel Macron, con el partido que creó, En Marcha, y la ultraderechista Marine Le Pen con Frente Nacional, se disputarán la presidencia de la V República Francesa, en la segunda vuelta de las elecciones del próximo 7 de mayo.

El domingo 23 de abril, los socialistas y los conservadores fueron los grandes derrotados de los 11 candidatos que participaron, mientras que Le Pen y Macron, ambos autodeclarados rupturistas, pasaron a la segunda vuelta de las elecciones con un 23.91 por ciento y el 21.42 por ciento de los votos respectivamente, con una participación electoral de 78 por ciento de  los votantes.

Ahora los franceses deben decidir si optan por el ultranacionalismo del Frente Nacional o el europeísmo de En marche! Los vencedores de la primera vuelta electoral, una de las más reñidas en la historia de la V República, instaurada en 1958; representan dos caras radicalmente opuestas de Francia y Europa. La victoria de la líder ultraderechista representaría el fin de la Unión Europea, porque ha prometido una consulta sobre un frexit (salida de Francia del bloque comunitario europeo); en tanto que con  Macron, la cohesión de la Unión Europea se vería reforzada.

Por primera vez desde 1958 los dos partidos que tradicionalmente se han repartido el poder en Francia han quedado fuera de una segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Ni la derecha gaullista, ni el Partido Socialista han logrado incidir entre los votantes.

Este año 2017 se observa peligroso. El mundo tiene a tres hombres fuertes en el poder: Donald Trump, Vladímir Putin y Xi Jinping al frente de tres potencias.  Además es año electoral en Francia y en Alemania.

La segunda vuelta en Francia se decidirá entre Macron que creó un partido propio, En Marche! (En Marcha) que lleva sus siglas, a la cabeza del movimiento creado a su imagen y semejanza —lleva hasta las iniciales de su nombre—, quien enarbola un discurso que trasciende las banderas ideológicas con el que pretende aglutinar a sus compatriotas. En su discurso dijo: “Nuestro país atraviesa un momento inédito marcado por el terrorismo, el déficit, el sufrimiento social y ecológico”. Los europeístas respiraron aliviados tras conocer los resultados del domingo.

Por otro lado, Le Pen quien quiere romper con la tradición europeísta de Francia construida durante décadas. Propone “liberar” el país de la UE y realizar un referéndum sobre el frexit, así como dejar el euro y recuperar la moneda nacional. Asimismo aboga por aumentar los salarios y las pensiones, reducir la edad de jubilación y el precio de la luz y el gas. También quiere mantener las 35 horas de trabajo semanal y bajar la mayoría de los impuestos. Esto es, populismo puro, y muy difícil de sostener.

Le Pen utiliza una retórica anti-establishment destinada a una clase trabajadora harta con la globalización. Evitó la retórica antisemita y negacionista de su padre, el partido Le Front National tiene un electorado muy fiel, pero despierta tantas pasiones en sus seguidores como rechazo entre sus detractores. Trump, por cierto, se ha pronunciado a su favor.

Los dos candidatos de los partidos políticos tradicionales, que se han venido repartiendo el poder durante el último medio siglo: François Fillon, de los republicanos, y Benoît Hamon, del Partido Socialista, ya han anunciado que apoyarán a Macron en la segunda vuelta de las elecciones francesas del próximo 7 de mayo.

Los pronósticos son que en la segunda vuelta Macron obtendrá un 62 por ciento y Le Pen 38 por ciento de los votos. La moneda está en el aire. Pero como todos saben, las encuestas y sondeos de opinión ya no son indicadores confiables.

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