Pachorra del “Canciller de Paja”
Humberto Musacchio
El secretario de Seguridad Interna de Estados Unidos, John Kelly, el pasado miércoles 5 de abril, compareció ante la Comisión de Seguridad Interna del Senado de su país y ahí dijo que el arribo de un izquierdista a la Presidencia de México “No sería bueno para Estados Unidos ni para México”. El mismo funcionario “deploró” la extendida corrupción mexicana pero elogió la cooperación del gobierno de Enrique Peña Nieto.
Después de lo ocurrido en el Senado gringo, a Luis Videgaray, el Canciller de Paja, los periodistas le pidieron un comentario y el funcionario mexicano se salió por la tangente y dijo: “Creo que es muy importante que México y Estados Unidos, particularmente los gobiernos, podamos trabajar juntos y encontrando soluciones a nuestras diferencias que sean mutuamente beneficiosas”, bla bla bla.
Fue el día siguiente cuando Videgaray se enteró de que el señor Kelly estaba metiéndose en política interior mexicana y declaró algunas generalidades sobre la democracia mexicana y lo que decida el voto popular y cosas así. Sin embargo, el golpe estaba dado y la lentitud de reflejos del titular de la SRE dejó la declaración injerencista sin la respuesta inmediata que merecía.

Esa pachorra no se manifiesta en el gobierno mexicano cuando se trata de actuar a favor de Washington, como en el caso de Venezuela, donde otra vez la OEA vuelve a actuar como ministerio de colonias de la potencia y la representación de países como México —y varios más de Latinoamérica— y se convierte en mera comparsa de intereses que de ninguna manera son los nuestros.
El gobierno “mexicano” se ha propuesto actuar como títere en el caso venezolano con la esperanza de ganarse una palmadita en la espalda. Incluso, se ha llegado al extremo humillante de que Los Pinos recibiera a la señora Lilian Tintori, una de las cabezas de la oposición al gobierno de Nicolás Maduro, con el que formalmente México mantiene relaciones.
Esa actitud reniega de lo mejor de nuestra política exterior, que ya la sobrina de Carlos Salinas de Gortari, en su efímero paso por la Cancillería, anunció que mandaría a la basura junto con los principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos.
Y mientras, Videgaray y gente de su calaña forma parte del ejército que combate a un gobierno elegido por voto popular se encoge de hombros ante el golpe de Estado civil en Brasil, el levantamiento del pueblo paraguayo o la masiva oposición a Macri en Argentina. Celestinaje puro, pues sin base social interna, no les queda de otra que plegarse a las órdenes del amo.

