Entrevista con Arturo Córdova Just/Director de la Escuela Mexicana de Escritores

Eve Gil

A muchos sorprendió que la Sociedad General de Escritores de México (Sogem) llegara a cumplir su aniversario número 40 —próximamente 41— tras el escándalo de hace ocho años, que incluyó la imposición como director de Lorena Salazar —guionista de telenovelas— y un déficit de 60 millones de pesos que produjo una fractura entre el por sí conflictuado gremio de escritores, sin contar asuntos posteriores como acusaciones de alumnas por acoso sexual contra el dramaturgo Enrique Olmos.

Actualmente, la gran discusión de la Sogem consiste en ampliar el estacionamiento con la herencia de Caridad Bravo Adams y la inauguración de un sello editorial que arrancará con las versiones literarias de telenovelas de Marisa Garrido y Carlos Romero.

Pero de los errores suele aprenderse, y algunos de los escritores optaron por deslindarse de este escenario de corrupción que poco o nada tiene que ver con la creación literaria, y surge ahora una nueva opción para aquellos interesados en desarrollar su inquietud o facultad como autores y, lo más importante, hacerlo en libertad.

Nos referimos a la Escuela Mexicana de Escritores, ubicada en Pitágoras 446, Narvarte Poniente, en la Ciudad de México, una gran casa color rosa que además se ha convertido en un refugio de libros, poesía y café para los habitantes de la zona. Su director, el poeta Arturo Córdova Just, autor de varios libros de poesía y ensayos, de los cuales el más reciente es la antología De hogueras, Poesía (1982-1999) nos brinda una charla que, más que promocionar la escuela a su cargo, nos expone de forma emotiva lo que una verdadera vocación, en este caso la de de escritor, puede lograr, refiriéndose afectuosamente a este recinto como la M.

Sede de la Escuela Mexicana de Escritores.

 

Origen de la M

“Cuando la M buscaba casa —comienza a decir— se partió de una alianza con la librería-cafetería Icaria. Llegamos juntos, inspirados en el nacimiento de La Sorbona, que  empezó en una casa donde se albergaba estudiantes y lo que queremos hacer es un pequeño campus donde pasen cosas muy importantes, no solo en las aulas, también en la librería y en la cafetería Icaria. Esto ha sido posible gracias a  Itzia Pintado y Zenen Suárez Ibarra. La librería funge también como un importante foro. Han estado, entre otros, Francisco Goldman, Emiliano Monge… a Ignacio Padilla lo tuvimos un mes antes de morir.

Antes de proseguir, Córdova Just me pide hacer una mención muy especial del maestro fundador de la M que maneja la visibilidad de la escuela en las redes sociales, Herles Velasco Ruvalcaba, y quien junto con él hace día con día “la plomería”: el subdirector Gustavo Parra Alvarado.

“Lo que hacemos en la M es un ejercicio de proximidad con nuestros alumnos porque además respetamos profundamente las singularidades —dice Arturo, con la mirada fija en una idea; en un recuerdo satisfactorio y tierno—. Nuestros maestros no solo escriben cada quien un libro, es decir, permanecen en activo, sino que además comparten el misterio de su creación con sus alumnos. En la M todos escribimos”.

Entre el personal académico de la M figuran el ensayista y crítico Armando González Torres; los poetas Fernando Fernández, Eduardo Parra Ramírez y Leticia Luna; los narradores Ricardo Bernal, Mauricio Carrera, Omar Nieto y Edson Lechuga; el cronista Eduardo Menache; las dramaturgas Rosa Elena Ríos, Gabriela Inclán, por solo citar algunos, y cada cual trabaja aspectos completamente distintos de sus respectivas especialidades, sin contar los diplomados impartidos por otros notables autores.

La M sin querer —dice Arturo— cambió mi percepción de la literatura: me di cuenta que la literatura es básica, y esencialmente, una actividad relacionada con lo íntimo, con el interior de quien busca expresarse a través de las palabras. Queremos que los alumnos encuentren ese camino particular que les permita adquirir confianza para explorar su autobiografía y ganar  conocimiento profundo de sus emociones”.

Lo más reciente de Córdova Just.

Somos una orden de caballería

La M —continúa Arturo con una sonrisa complacida— ¡es una orden de caballería! Cada uno se hace responsable de su propia verdad, es decir, de su obra, que es un proyecto que se construye día con día. No fraguamos un mapa curricular de carácter arbitrario: tomamos en cuenta las necesidades vitales de nuestros alumnos”.

La literatura, le digo, tiene que ser un ejercicio de libertad, no de política, como desgraciadamente insisten en exponerlo los dueños de la cultura oficial en México.

“La oficialidad se empeña en hacernos creer que la literatura mexicana termina en Octavio Paz. En parte sí, porque sus epígonos lo han encerrado en un refrigerador, y se sirven de él para mantener un vínculo estereotipado y perverso con los poderes. La M saca a los grandes autores del fetichismo y de la reverencia apostólica. Estamos hartos de ver a los autores de la literatura mexicana como padres de la iglesia. La literatura es un acto de juventud y no me refiero a la edad sino a la actitud. Queremos mirar sin prejuicios, que se entienda de una vez por todas que, para ser escritor, no se requiere pertenecer a determinada clase social o a una élite. Acá vienen muchachos desde Ecatepec, Atizapán, Indios Verdes, Ciudad Neza… incluso desde Pachuca. Hacen trayectos de más de dos horas. Algunos ya hasta se mudaron a la Ciudad de México. Esa es la necesidad de encontrarse a sí mismos y aquí les damos la estructura para que ese encuentro tenga lugar. No hacemos lo que hacen otras escuelas, que se dedican a ideologizar, no hacemos adoctrinamiento. Permitimos a la sensibilidad seguir su curso”.

Los requisitos para ingresar a la M son simples: una carta de motivos, un pequeño esbozo de la experiencia académica y tres o cuatro cuartillas del trabajo creativo. En la misma escuela se les entrega una credencial de estudiantes que les permitirá, entre otras cosas, ingresos libres a museos. Este material se envía a través de la página electrónica www.escuelamexicanadeescritores.com  y posteriormente se les cita para una entrevista personal.

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