René Anaya
En abril de 2016 comenzó la Misión 364. La gran expedición al cráter, del Consorcio Europeo para la Exploración y Perforación del Océano, que por primera vez obtuvo muestras del área marina del cráter de Chicxulub. Este cráter se produjo por el impacto de un asteroide en la península de Yucatán, hace 66 millones de años, que causó la extinción de los dinosaurios y de 75 por ciento de la vida en el planeta.
La Misión 364 tuvo como objetivos estudiar el anillo de picos (cadenas montañosas en forma de anillo en el centro del cráter); entender las modificaciones de las rocas después de un impacto; comprender cómo surgieron ciertas formas de vida después de la colisión; y cómo se recuperó la vida en los océanos después del impacto en Chicxulub.
Los primeros resultados
En noviembre del año pasado, en la revista Science se publicó el artículo The formation of peak rings in large impact craters (La formación del anillo de picos en grandes cráteres de impacto), con la coautoría de Jaime Urrutia Fucugauchi y Ligia Pérez Cruz, del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El análisis de las muestras recogidas (núcleos de perforación o cilindros de roca) confirman el modelo de colapso dinámico, que postula que un pico central de gran tamaño se derrumbó y formó la estructura de anillos. “La validez de este modelo tiene implicaciones para otras investigaciones, desde cómo grandes impactos alteran el clima en la Tierra hasta la evolución de las superficies planetarias”, se lee en un comunicado de Misión 364.
Estas investigaciones, además de confirmar el origen de los anillos de pico en la Tierra y en otros planetas, han logrado obtener material del fondo del cráter de Chicxulub, que conserva el registro de los cambios climáticos ocurridos después del impacto, y que podrá ayudar a comprender mejor cómo se recuperó la vida en la zona, después de la gran colisión de hace 66 millones de años.
Jaime Urrutia Fucugauchi y Ligia Pérez Cruz comentaron en esa ocasión: “es interesante que en poco tiempo se tenga la publicación en Science. Esperamos que en los próximos meses generemos nuevos resultados, aún más interesantes a medida que avancemos en los análisis de los datos de perforación y los estudios de laboratorio”.
Por su parte, David A. Kring, del Instituto Lunar y Planetario de Estados Unidos (LPI, por sus siglas en inglés), también coautor del artículo, ha considerado que es impresionante la energía del impacto y su capacidad para cambiar la forma de la corteza terrestre tan rápidamente. “Es fácil ser sorprendido por un proceso que altera la evolución de nuestro planeta”, refirió, según la página del LPI.

Un aspecto del moderno Chicxulub Pueblo en la actualidad.
Como si fuera un nuevo origen
El propio investigador ha ejemplificado: “Si uno quiere imaginar cómo se veía el cráter de Chicxulub inmediatamente después del impacto, sólo debe observarse la cuenca de Schrödinger en la Luna”, ya que su anillo de picos es similar al del cráter de la península de Yucatán.
Además de esos hallazgos geológicos, los investigadores han encontrado evidencias de que allí hubo sistemas hidrotermales, es decir lugares donde el agua está a elevadas temperaturas, como los geiseres o los manantiales térmicos. Estos sistemas son importantes para la biología porque “podrían haber constituido los ambientes adecuados para la síntesis prebiótica de los compuestos orgánicos necesarios para la vida y también un lugar para el origen de la misma”, como escriben Jerjes Pantoja Alor y José A. Gómez Caballero, del Instituto de Geología de la UNAM en el artículo Los sistemas hidrotermales y el origen de la vida, en la revista Ciencias de julio-septiembre de 2004.
“Esto es muy emocionante porque estamos usando Chicxulub para entender otros grandes impactos en la historia muy temprana de la Tierra, cuando pensamos que estos sistemas podrían haber sido crisoles para la química prebiótica y los hábitats que permitieron la evolución de la vida más temprana en nuestro planeta”, ha considerado Kring.
La especialista en paleomagnetismo Sonia Tikoo, de la Universidad Rutgers, ha aventurado que el agua de esos sistemas hidrotermales pudo haberse enfriado lo suficiente para albergar organismos hipertermofílicos (que resisten elevadas temperaturas), los cuales podrían haber vivido en grietas del cráter de Chicxulub. Es decir que en el cráter de Chicxulub podría haber surgido ─otra vez─ la vida.
Si así sucedió, en el cráter de Chicxulub podrían encontrarse las evidencias del proceso de surgimiento de la vida terrestre, pero además se confirmaría que nuestro planeta rebosa vida, ya que una vez que se reúnen ciertas condiciones, la vida brota, como lo consideraba Carl Sagan.
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f/René Anaya Periodista Científico


