Un mundo al revés

Gonzalo Valdés Medellín

Marcela Magdaleno es descendiente de uno de los escritores más notables del periodo postrevolucionario mexicano, Mauricio Magdaleno (1906-1986), narrador, cuentista, dramaturgo y guionista de cine; esto nos indica que Marcela Magdaleno, la autora de Un mundo al revés, lleva en las venas la buena sangre narrativa. No lo roba, lo hereda o, como dicen los que bien saben: de casta le viene al galgo. Los cuentos que integran Un mundo al revés son piezas literarias de gran aliento compositivo, incluso en los micro-relatos que se exponen hay un macrouniverso que conjuga la literatura como catapulta hacia la profundidad del alma. Pero esta profundiad no puede desprenderse de la vida terrena. Por lo mismo, Marcela Magdaleno opta por explorar la y las metamorfosis de sus filosofías, historias y sentires. Escarba en el subconsciente de sus personajes, traza gestos y reflejos entre la realidad virtual y la concreta.

Algunos de sus relatos me han recordado la etapa de ciencia ficción de Doris Lessing, la Premio Nobel de Literatura, en novelas como Memorias de una superviviente (sobre todo), Martha Quest, Canopus en Argos y El cuaderno dorado. Ignoro si Marcela Magdaleno se haya visto influida directamente por la lectura de Lessing, pero sí encuentro coincidencias formales y temáticas en su literatura, con la salvedad de que los cuentos y narraciones de Magdaleno poseen un cariz muy actual y decididamente mexicano. Su literatura es irreversiblemente mexicana y se muestra como un ramaje de la tradición de la mejor cuentística nacional, con un evidente anclaje en el realismo mágico de Elena Garro.

Me llama extraordinariamente la atención —por su solidez compositiva— el cuento “El buen fin”, texto crítico (e irónico) hacia el modelo de moralidad corrupta de un país como el nuestro “donde —dice la escritora— los derechos humanos defienden delincuentes. Tiempo en que se prefiere despilfarrar en restaurantes, guardaespaldas y relojes, que en educación”. La ética neoliberal, pseudónimo del neofascismo, queda expuesta por Magdaleno con sorna, con ácido humor y una visión humana sin ser condescendiente hacia la tiranía. “Maldita tu concepción de progreso que concibe hombres de estéril ternura”, reclama una voz en el cuento “¿Qué hace doña Chema?”, mientras un embrión de número 5mil del año 2020 va a nacer y ejerce su voto por el aborto en “Voto secreto”.

Marcela Magdaleno

En estos relatos hay humor negro, ese humor que, como decía Doris Lessing, se necesita para escribir ciencia ficción —y que es evidente realidad— se expresa con notable vena poética en “Flor de hueso” —desde el título—, otro cuento incisivo donde la narradora experimenta la solidez de su discurso narrativo y la congruencia de sus planos y dibujos literarios, como cuando en dicho texto se lee: “Mientras todos fallecían ella dormía dialogando con los ángeles, por eso el infortunio no le tocó”.

La prosa de Marcela Magdaleno es de una deliciosa agilidad narrativa que combina con justeza el diálogo directo, sin rebuscamientos y decididamente coloquial, llevando como telón de fondo descripciones transparentes y atmósferas que se tornan cinematográficas, como si el lector estuviese asistiendo a un set de filmación, ora siendo testigo, ora actor, ora únicamente espectador reflexivo de los sucesos referidos. “Su misión es hacer exorcismos y liberar letras”, se expone en el libro.

Y la vena teatral de la autora también surge con fuerza en diálogos de satírica nomenclatura, que saben jugar muy bien los roles de representación y la encarnación escénica de los caricaturescos personajes como sucede en “Las perdidas son las más buscadas” o en “El microempresario” que revelan en Magdaleno a una comediógrafa en potencia, a una dramaturga penetrante.

Un mundo literario que crece con la imaginación que se desborda emergiendo de raíces de observación socioanalítica y que no puede guardar silencio ante la descomposición moral, es el que muestra Un mundo al revés. Donde el Bien no es lo contrario al Mal y el Mal puede ser visto como el Bien. “A Elena le ocurre todo al revés” se dice en un momento de la obra narrativa y más adelante el discurso de Magdaleno cuestiona: “¿Qué hemos hecho? ¿Dónde quedó la vida, la inocencia, las plegarias?” Y uno recuerda conmovido a Santa Teresa de Jesús citada por Truman Capote: “Se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas, que por las no atendidas” (en la novela póstuma de Capote Plegarias atendidas).

Loca, enloquecida de y por la literatura, así me imagino a Marcela Magdaleno escribiendo, tecleando sobre su computadora estos vitales textos, y la veo como su personaje en “Flor de Hueso”, cuando al final describe: “…inició un concierto dedicando el réquiem adolorido al destino incierto. Al palpar las notas, sus dedos libraban plomo, volviéndose loca, loca de metal primitivo, loca de aire, loca de desconsuelo, loca de penumbra, loca de ansia de amor…” Y yo agregaría: Loca de literatura.

Con Un mundo al revés Marcela Magdaleno se revela como una voz joven, revitalizante, importantísima sin duda en el actual panorama de la literatura mexicana, y transgresora de los parámetros y modas superficiales que infestan el mundo editorial. Ojalá tuviéramos muchas locas de literatura como Marcela Magdaleno y como Catalina Miranda, la editora, a quien también felicito por haber publicado este bello y sobrecogedor libro en su colección Los Tímpanos de Teseo de Editorial Ariadna, lanzado apenas en diciembre de 2016. ¡Un acierto literario, y editorial, indudablemente!

Twitter Revista Siempre