En México, cerca de 2.48 millones de niños y adolescentes trabaja, de los cuales 89.6% -2.22 millones- realizan actividades económicas no permitidas, indican los resultados de 2015 del Módulo de Trabajo Infantil (MIT) de la Escuela Nacional de Ocupación y Empleo que elabora el INEGI.

De estos 2.22 millones, 887 mil, el 40%, no tienen edad mínima de trabajar y un millón 330 mil, el 60%, realizan actividades que resultan peligrosas para su salud, seguridad o moralidad y que afectan sus derechos y su desarrollo integral. 

El trabajo infantil es un fenómeno multidimensional en el que se ven inmersos una gran cantidad de niños y niñas alrededor del mundo; además el fenómeno está estrechamente vinculado con el entorno social, económico y cultural de cada país o región, por lo que las causas que orillan a los menores a trabajar son diversas.

De acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT),  entre las principales causas están los entornos de pobreza y los problemas familiares, y en un segundo lugar aquellas que hacen referencia a la cultura, ya que en diversas ocasiones el  sistema de costumbres y valores puede predisponer a una familia para aceptar e incluso a fomentar el trabajo infantil.

Los planteamientos de las Convenciones de la OIT, señalan que el trabajo infantil y sus peores formas dañan la salud de los niños, ponen en peligro su educación y  conducen a una mayor explotación y abusos, UNICEF no pone reparos a que los niños trabajen en sus casas, en las granjas o negocios familiares, siempre y cuando ese trabajo no ponga en peligro su salud y bienestar ni impida que vaya a la escuela y tenga tiempo para jugar.

Por su parte, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) destaca  algunas condiciones de trabajo infantil inadecuadas que pueden determinar que el trabajo se convierta en una actividad de riesgo; una de ellas es la duración de la jornada por encima del límite legal.

En México, la jornada de trabajo de los menores de 16 años no puede exceder de seis horas diarias; sin embargo, 36.6% de la población de cinco a 17 años ocupada trabaja 35 o más horas a la semana.

De los menores que trabaja, el 42.5% no recibe ingresos por su trabajo, 19.1% recibe hasta dos salarios mínimos y tres de cada 10 reciben  sólo un salario mínimo. De quienes ganan hasta un salario mínimo, 38.2%  trabaja de 40 a 48 horas a la semana.

De quienes trabajan y realizan quehaceres domésticos, 12.2% lo hace en condiciones peligrosas  y 14%  dedican de 14 a 28 horas semanales a esta actividad, indican los  resultados de 2015 del MIT de la encuesta Nacional de Ocupación y Empleo que elabora el INEGI.

Obligación gubernamental    

Ante este escenario, la responsabilidad de cualquier gobierno es proporcionar prácticas para prevenir el trabajo infantil. Es imprescindible ofrecer una educación gratuita, obligatoria, educada y de buena calidad. Además, los  gobiernos deben promulgar y hacer respetar leyes y regularizaciones contra el trabajo infantil.

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(Con información de El Universal)