Entrevista con Humberto Njaim/Académico de la Universidad Metropolitana de Venezuela

Nora Rodríguez Aceves

Es necesario que Latinoamérica se estabilice, que practique políticas económicas y una política democrática racional, que se separe de todas las tentaciones “socialistoides” que conducen solo al desastre y que aprenda de la historia de las revoluciones.

“Como decía un gran escritor inglés, G. K. Chesterton, la revolución es la trayectoria que traza un móvil para regresar al punto de destino. Las revoluciones y todo este mensaje populista incendiario, demagógico  a  lo que único que conducen es al desastre que se vive en Venezuela. En la medida en que otros países de América Latina caigan en esto, estaremos siempre en una situación de retraso”, asegura Humberto Njaim, decano de la Facultad de Estudios Jurídicos y Políticos de la Universidad Metropolitana de Venezuela.

En entrevista, vía telefónica, con Siempre!, el abogado y doctor en Ciencia Política, afirma que “el populismo y el clientelismo son enfermedades latinoamericanas muy arraigadas. Hay fuerzas políticas que tienden con mayor fuerza a esta situación, pero es un mal generalizado. Ciertamente, los sectores que apoyan a Andrés Manuel López Obrador y el mismo López Obrador son más proclives a estas tentaciones o vicios que otras fuerzas”.

Ante las aspiraciones presidenciales del exjefe de Gobierno del Distrito Federal y dos veces candidato a la primera magistratura, el doctor Njim asegura que ha seguido por años la trayectoria de AMLO y considera que en este momento, incluso en el supuesto de que llegara a ganar las elecciones de 2018 en México, se cuidaría de tomar una posición tan radical o una posición chavista, “está demasiada desprestigiada esa posición y ha demostrado su esterilidad política y económica. Nuestro país pasa hambre, la gente registra las bolsas de basura para comer, la crisis de medicinas es patética, mi esposa tiene problemas de salud y cuando voy a la farmacia a comprar los medicamentos, me encuentro ante la negativa de que no hay ninguno, de manera que si López Obrador tuviera éxito en las elecciones mexicanas, se cuidaría mucho de repetir el modelo chavista”.

Aunque no niega la similitud que existe entre Nicolás Maduro y el tabasqueño, el politólogo dice que “son personajes que responden a una misma categoría populista, tienden al camino fácil de la demagogia y por supuesto que explotaría cualquier situación que le fuera favorable, sean tentaciones u ofertas populistas, pero no es el momento ni la oportunidad para López Obrador de practicar una política  a lo Chávez”.

Cabe recordar que en 2005, durante el seminario Lecciones de la Crisis Política Venezolana, organizado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la  Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) catedráticos venezolanos consideraron que el fallecido Hugo Chávez y Andrés Manuel López Obrador compartían un estilo audaz y de reto ante las instituciones, y advirtieron sobre el peligro de la exportación de la revolución “chavista” a otros países de América Latina.

La historiadora y académica Graciela Soriano de García Pelayo alertó entonces de que dicha revolución “ha llevado al desastre y a la polarización de la sociedad venezolana”.

“Chávez vende en el exterior su afán populista de que es el único gobernante en el hemisterio que se ocupa de los pobres, cuando la realidad en el país es que existen más pobres que hace seis años, cuando empezó su llamada Quinta República”, planteó Soriano en el seminario.

Mientras que Humberto Njaim apuntaba que Hugo Chávez vendía una “gran ilusión continental”, y utilizaba una interminable disposición de recursos provenientes del petróleo.

El entonces decano de la Facultad de Estudios Jurídicos y Políticos de la Universidad Metropolitana señaló que Venezuela se encontraba en una etapa de “populismo extremo” y Chávez estaba en la cúspide de su gestión, lo que lo lo llevó a ejercer un presidencialismo autoritario, en el que los tres poderes se encuentran completamente controlados.

Situación que al día de hoy no ha cambiado con Nicolás Maduro a la cabeza del gobierno; al contrario, la crisis política se ha agudizado luego de la resolución del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ)  que dictara un fallo con el que asumía las funciones de la Asamblea Nacional —Parlamento—, de mayoría opositora, una decisión calificada por los líderes opositores al gobierno de Nicolás Maduro como un “golpe de Estado”.

“El choque de poderes es constante desde enero de 2016, cuando la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) tomó el control del Poder Legislativo tras 17 años de hegemonía chavista. El TSJ, acusado por la oposición de servir al presidente Maduro, declaró en desacato a la cámara y anuló todas sus decisiones, ha señalado la prensa venezolana.

“La izquierda chavista se convirtió en una izquierda golpista por las sentencias del Tribunal Superior Judicial, en qué país se ha visto que el presidente de la república presente la memoria y cuenta ante un tribunal, que presente el presupuesto de la nación ante la Sala Constitucional del TSJ, que la Sala Constitucional decrete que la directiva de la Asamblea Nacional ha sido elegida en desacato y, por lo tanto, no la reconozca, ¿en qué país se ha visto eso? Es un golpe de Estado disfrazado de una parafernalia jurídica”, dijo Njaim.

México actúa parcialmente: Santana

Por su parte, Adalberto Santana Hernández, Investigador del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC) asegura que México actúa incorrectamente frente al conflicto venezolano al asumir una posición parcial que genera mayor encono entre las partes. “La postura del gobierno mexicano no es atentar contra la soberanía nacional de Venezuela diciéndoles qué tienen que hacer, sino tiene que ser respetuoso de lo que sucede en el interior de cada país, sobre todo cuando hay una tensión política fuerte. No es una situación como en la Guerra Civil Española o en el golpe de Estado en Chile, es una situación totalmente diferente.

Recuerda que cuando llegó Luis Videgaray a la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) dijo: “no sé nada de diplomacia” y que iba a aprender, pero “no ha aprendido y lo que ha generado es un conflicto con el gobierno de Venezuela. Esa no es la postura de México, es la postura del gobierno de Enrique Peña Nieto a través de su canciller. Ha metido al país en una dinámica que a nadie beneficia, al contrario parece más inclinado a quedar bien con Washington, porque el gobierno de Estados Unidos es quien patrocina la Organización de Estados Americanos con el 80 por ciento de su presupuesto.

Por eso, a lo largo de su historia, la OEA ha aplicado una política intervencionista, y lo que pretenden hacer en estos momentos es expulsar a Venezuela de este organismo internacional, como sucedió en 1962 con Cuba, pero en aquel tiempo, la política de México no fue aliarse a la OEA ni a los países que expulsaron a Cuba, sino de pleno respeto a la soberanía cubana y asumir su defensa.

“Hoy en el caso de Venezuela no se está defendiendo la soberanía ni  la autodeterminación del pueblo venezolano, sino tiene una actitud injerencista que genera una situación grave que en la política exterior mexicana no se había visto”.

El doctor en estudios latinoamericanos señala que el gobierno mexicano no respeta la máxima del presidente Benito Juárez “…entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. Se ocasionó ya un enfrentamiento entre el gobierno de Venezuela y el gobierno de México. No beneficia ni la unidad latinoamericana ni las relaciones entre los dos países.

La consecuencia de que México se involucre en este conflicto es que pierde credibilidad en el ámbito internacional, el mundo se da cuenta de que tiene una actitud injerencista y eso no es conveniente. México debe madurar y volver a su política tradicional,  de no enfrentamiento y respecto a la autodeterminación de cada uno de los pueblos, que no aliente la oposición en Venezuela y que sea respetuoso de los otros países, explica el investigador de CIALC

“El canciller mexicano tendrá que corregir esta política rara que ha asumido; de lo contrario, muchos sectores del país le pedirán su renuncia”, afirma.

Adalberto Santana rechaza que lo que sucede en Venezuela se pueda replicar en México de llegar a ganar Andrés Manuel López Obrador la Presidencia de la República en las elecciones de 2018. “Cada país es distinto, se vió en las elecciones de Ecuador, donde volvió a ganar el partido oficial, con un nuevo presidente, no es lo mismo el actual presidente Rafael Correa al que viene, Lenin Moreno, aunque sean del mismo partido, cada uno le imprimirá su sello”.

En el caso mexicano tampoco se puede comparar que los candidatos opositores que tienen más posibilidades de ganar la presidencia se parezcan o sean una copia o clones de otros gobiernos latinoamericanos.

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