Las estrategias del circo

José Elías Romero Apis

Meter a los payasos se refiere a su aparición inmediata cuando sucede una tragedia en el trapecio, en la jaula o en la arena, para que los niños crean que lo sucedido forma parte de la comicidad.

Desde luego que, también, entran los paramédicos y no sólo los payasos. Dicen que esa combinación de realismo e ilusionismo sirve tanto para atender heridos como para evitar traumas. Por eso, cada vez que enfrentamos un escenario infausto, lo invocamos para infundirnos ánimo, valor y esperanza.

Así, también, debiera suceder en la vida política, frente a lo funesto. Aplicar la terapéutica que prevenga, que alivie o que mitigue así como el placebo que serene, que aplaque y que suavice.

Los sistemas políticos hoy viven en una participación creciente, propia del siglo XXI. No sólo me refiero a la sofisticación alcanzada por algunos sistemas nacionales que han transitado de la democracia elemental a la democracia proporcional y a los estadios que he llamado democracia molecular, estructural, polimeral, secundaria y virtual. También me refiero al intenso uso actual de los medios y las redes así como a la participación ciudadana directa.

Por el contrario, los sistemas económicos hoy viven en un liberalismo rancio, propio del siglo XIX. Si aún viviera, Adam Smith hoy sería un fuerte candidato al Nobel de Economía. El liberalismo ya casi no tiene contrapesos. Se proclama la cancelación de la globalización y el retorno a la economía cerrada y encerrada. Ello ha provocado las principales crisis. Se postula menos gobierno, excelente para cuando no hay problemas. Pero nuestro tiempo reclama más gobierno. Keynes decía que la economía se componía por sí misma a la larga. Roosevelt le contestaba que la gente no come a la larga.

Los sistemas sociales, están viviendo en un idealismo propio del siglo XX. La salud, la educación, la igualdad y muchos otros factores no cuentan con referentes reales y objetivos. No se han constituido en signo representativo de una nación ni de un partido sino, cuando mucho, de una secta.

Y los sistemas culturales, hoy residen en una referencia temporal imprecisa y difusa. Diferencias idiosincráticas, divergencias religiosas, preferencias distintas y muchas otras disonancias hacen que nos enfrentemos desde por el tratamiento de la concepción hasta por el de la muerte, pasando por el del matrimonio. Que algunos se agredan por su sexo, otros se ataquen por su raza y que otros más se maten por su dios. Las mismas disputas desde el siglo X hasta el siglo XXI.

Todo esto ha producido enojo social entre las masas, como ha sucedido en México, en Estados Unidos y en otras latitudes. De la misma manera, produce imprevisión en las élites, como lo prueban los errores de pronóstico en la elección norteamericana, en el Brexit de Reino Unido y en el referéndum colombiano. Nos cuesta trabajo pensar que existan mayorías electoras que voten por la segregación, por el aislamiento o por la guerra.

Si nuestros países terminan como el trapecista desplomado, como el domador tragado o como el pirófago quemado vamos a necesitar de muy buenos médicos pero, si se puede, también de muy buenos payasos.

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@jeromeroapis

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