A los periodistas

José Fonseca

Unidos, permanecemos; divididos, caemos. Esopo

 

La esencia del periodista, aunque no lo parezca, es una innata resistencia a la autoridad, aunque debamos ser rehenes de la disciplina profesional. Por esa y otras razones nos es difícil unirnos como gremio.

Hace 33 años, sin embargo, una noche de mayo de 1984, casi todos los periodistas de la Ciudad de México estuvimos a rendir homenaje al asesinado Manuel Buendía. “Nos juntó el miedo”, me dijo entonces Isabel Arvide.

Y, salvo quienes se integraron a algunas cofradías, la mayoría siguió en lo suyo, sujetos a la disciplina profesional y a las exigencias de la sobrevivencia, ajenos a los problemas de los colegas.

Hoy, sin embargo, la situación es distinta. Si en 1984 nos juntó el miedo, hoy debe juntarnos la indignación. Más allá de los intereses de nuestros respectivos medios, más allá de nuestras preferencias y fobias políticas e ideológicas, reconozcamos que, si no nos juntamos, aunque sea para reclamar, habrá quienes entenderán que sigue abierta la temporada de caza.

Los asesinatos de periodistas se enmarcan en los desgarramientos en el tejido social y moral de la nación, por la brutal cruda provocada por la transición democrática, la cual, si bien nos ha permitido elegir libremente a las autoridades, también, como se ha dicho en este espacio generoso de Siempre!, desmanteló mecanismos de control político que facilitaban la gobernanza.

Por eso es en los estados donde se multiplican los asesinatos de periodistas. Hay impunidad, porque la transición aflojó el control desde el centro a los gobernadores, sin importar su filiación partidista, barones poderosos que no quieren la incomodidad de gobernar, omiten cumplir con la responsabilidad de mantener el orden y darle seguridad a los gobernados. Prefieren pedir auxilio a la federación.

Esa declinación de sus responsabilidades ha generado el clima de impunidad del que tanto nos quejamos y el cual es culpable de que ocurran asesinatos de periodistas y no se pueda encontrar a los autores materiales, menos a los intelectuales.

Los asesinatos de periodistas, si mantenemos viva nuestra indignación, llevarán a la conclusión de que se trata de una situación cuyo origen es político y un problema que solo admite soluciones políticas.

Lamentablemente las soluciones políticas exigen la voluntad de todas las fuerzas políticas, económicas y sociales del Estado y, a 14 meses de la elección presidencial, nadie, absolutamente, colaborará para encontrar las vías de solución política, pues eso le daría un logro al gobie,rno. Y no se trata de eso. ¿Hay más muertos? Bueno, como dijo un clásico reciente: “no se preocupen, cuando nosotros lleguemos al poder las cosas de compondrán de inmediato”.

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