Génesis del grupo

Patricia Gutiérrez-Otero

Leía sobre el arranque del movimiento Decrecimiento en Cataluña, uno de los lugares del mundo donde hay una comunidad muy activa y comprometida tanto en el orden del pensamiento como en el de la acción entorno a una nueva manera de ver el mundo, valorarlo, vivirlo en relación, donde incluso hay una editorial (Icaria) de primer nivel, que permite que sus textos se reproduzcan citando la fuente. Llamó mi atención la génesis de esta fuerte comunidad descrecentista para aprender de ellos. En México, el valiente grupo que intenta pensar y actuar en conformidad con este eslogan movilizador (descrecimiento@googlegroups.com, Fb Decrecimiento-descrecimiento México, @DecrecerMx), no ceja en su lento andar de caracol, e incluso organizará en México el Segundo Foro Internacional de Degrowth (Descrecimiento) para las Américas en 2018.

Yendo más allá de la conformación de grupos de Descrecimiento, siempre llama la atención el conjunto de hechos que logran conformar una “comunidad” en el sentido pequeño y amplio del término. Muchos proyectos sociales planeados con el corazón y la cabeza se desmoronan al toparse con lo real. Otros subsisten como brasas hasta que las condiciones permiten que el fuego resurja. Unos más se encuentran en algún punto en que sus pasos convergen por veredas parecidas (en el caso del descrecimiento, por ejemplo, el ecologismo, el antidesarrollo, la antiglobalización) y, ahí la chispa se produce al aceptar seguir un camino juntos, lo que pide madurez, realismo, humildad, solidaridad generosa. Estos elementos también son necesarios para que otro tipo de acciones sociales puedan unirse con un fin común, aceptando las convergencias y respetando las diferencias.

En Cataluña, tras intercambios intelectuales y académicos indispensables; publicaciones sobre el tema, una marcha en bicicleta organizada por el activista Enric Duran, y una reunión de 300 personas, el arranque se dio como lo describen D’Alisa, Demaría y Kallis, autores del artículo: “En ese momento estuvimos siguiendo el caso, aunque más bien enfocados en la teoría y la academia, en vez de la acción, como a veces se nos ha reprochado justamente./ La marcha tuvo el mérito de popularizar el debate sobre los límites del crecimiento y así como la penetración cultural en los movimientos sociales y más allá. Gracias a ella un creciente número de personas y grupos empezaron a ver el decrecimiento como horizonte no sólo en la reflexión, sino también de lucha y acción. (…) A pesar de tener a disposición una sofisticada herramienta web y del esfuerzo humano, después de unos años la red se disolvió (…)./ Las ideas y las prácticas decrecentistas siguieron difundiéndose gracias a los movimientos libertarios promotores de la autoorganización, vinculados con otros movimientos sociales y prácticas fundadas en el anticapitalismo. Entre otros, destacan los grupos implicados en conflictos ambientales (relacionados con el agua, las infraestructuras o el cambio climático), la agroecología, la economía solidaria, la educación, la salud y la concienciación”.

Por cuestiones de espacio, me detengo aquí, subrayando sólo un elemento más que propicia la formación de grupos: el pensamiento y acción en lo local. Las grandes distancias no son vencidas ni con el apoyo de las redes cibernéticas, aunque éstas tengan su momento y su lugar.

Además opino que se respeten los Acuerdos de San Andrés y la Ley de Víctimas, que se investigue Ayotzinapa, que trabajemos por un nuevo Constituyente, que recuperemos nuestra autonomía alimentaria y nuestra dignidad, que revisemos a fondo los sueños prometeicos del TLC.

(@PatGtzOtero)

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