Ya lo dijo la Güera Rodríguez

José Fonseca

 Nada es tan admirable en la

política como una corta memoria. John Kenneth Galbraith

La creciente violencia de las bandas criminales, incluido el ocurrido en Puebla con los ladrones de combustible, más los asesinatos de periodistas, sobre todo el de Javier Valdez en Culiacán, son el centro de la discusión pública y, obviamente, de los medios de comunicación.

Esta discusión ha demostrado que hay un alejamiento intelectual y fáctico entre las élites del altiplano, una cierta desconexión con lo que se piensa en el resto de la república.

Esto ha facilitado que coexistan en la república dos Méxicos, el del altiplano y el de las demás entidades de la república, cada una con su propia realidad social, política y económica.

Uno de los temas que refleja ese distanciamiento es la participación de los militares en tareas de seguridad pública para suplir las deficiencias de muchas policías estatales y municipales, participación que en algunos casos ha hecho que los soldados y marinos prácticamente las suplan.

Aquí, en el altiplano, se concentra la exigencia de que “los militares regresen a los cuarteles”, porque aquí en el altiplano se concentran la mayoría de activistas que, al servicio de distintos patrocinadores, han hecho de la seguridad de los mexicanos un tema que permite canalizar los prejuicios ideológicos, sociales y políticos.

Una reciente encuesta demuestra que allá en el resto de la república no se piensa así. Allá en el resto de la república casi un 70 por ciento de los ciudadanos no quiere que los militares se retiren de la lucha contra el crimen organizado.

Ese alejamiento hace que el discurso de campaña de la oposición no contenga planes para resolver ese problema, uno más de los que padecemos los mexicanos. Ni siquiera López Obrador ofrece nada que no sean propuestas de regresión. Por eso todos, sin excepción, lo único que ofrecen es “sacar al PRI de Los Pinos” y acá en el altiplano se da por hecho que ocurrirá.

Es que, reconozcámoslo, aquí en el altiplano todavía pensamos como los aztecas que vivimos en el ombligo del mundo. O como pensaba la Güera Rodríguez en el siglo XIX, que fuera de México capital todo es Cuautitlán.

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