Rompecabezas planetario
Alfredo Ríos Camarena
El capitalismo ha florecido con mayor intensidad en lo que seguramente será su última etapa, que es la llamada globalización; su filosofía del bienestar se afirma en las leyes de la oferta y la demanda, en el mercado y en la empresa privada, que supone, como lo estableciera Adam Smith, que más allá del deseo de los capitalistas existe una “mano invisible” que permite la competencia, la baja de precios, los altos rendimientos tecnológicos y el equilibrio social, siempre y cuando el mercado sea perfecto, es decir, que ni los compradores ni los vendedores tengan la fuerza para influir en los precios, en otras palabras, que no se constituyan monopolios.
Esta teoría ha sido superada ampliamente frente a la realidad; como consecuencia del objetivo del lucro ha concentrado la riqueza de manera exponencial en unas cuantas manos, ha ensanchado la brecha de la desigualdad y ha crecido la pobreza y, más aún, la pobreza extrema. Ineludiblemente el sistema consolida los monopolios.
La filosofía de este capitalismo transita sobre dos rieles: la democracia liberal y la defensa de los derechos humanos, aspectos paradigmáticos de este sistema que también están demostrando su fracaso.
En efecto, el control de los partidos políticos, por las fuerzas del mercado, ha dado como resultado una pérdida de los principios ideológicos y, en consecuencia, un alejamiento de las bases ciudadanas que en estos años se ha vuelto recalcitrante; así lo demuestran casi todos los procesos electorales del mundo actual.
El bienestar colectivo no se dio como se esperaba y los niveles de vida de las clases obrera y media de los países más desarrollados, como Gran Bretaña y Estados Unidos, quedaron desplazados del empleo al salir los grandes complejos industriales de las metrópolis, hacia paraísos de sueldos miserables en las naciones emergentes como India, Paquistán y México; estos desplazamientos se han convertido en un enojo que se refleja en las urnas, pues estas iracundas masas votan en contra del establishment como es el caso del brexit y de Estados Unidos; el desarrollo en la Unión Europea es distinto, porque ha tenido una globalización más profunda, que incluye no solo el comercio de bienes y servicios, sino el tránsito de personas y obras de infraestructura financiadas internacionalmente, un sistema monetario común y un Parlamento Europeo; esto explica el triunfo de Macron frente a los partidos tradicionales.
En México estamos frente a una descomposición de los partidos, una desorientación ciudadana y una enorme decepción de los resultados de la democracia y de los programas sociales; el Estado al inclinarse bajo la égida del Consenso de Washington hacia el neoliberalismo ha perdido sus objetivos primigenios de garantías sociales y rectoría económica del Estado; a cambio de ello, ha intensificado e internacionalizado el concepto de derechos humanos, con las reformas de 2011 al artículo 1 constitucional y muchas más.