Que la delincuencia es “foránea”

José Alfonso Suárez del Real y Aguilera

Veo en la ciudad violencia y discordia

rondando día y noche por sus muros. Salmo 55

Tal vez sin pretenderlo, el secretario de Seguridad Pública de la Ciudad, Hiram Almeida, me trajo a la memoria aquel magnífico cuento de Gabriel García Márquez que, llevado a la pantalla en 1964 por un desconocido Alberto Isaac, bajo el título En este pueblo no hay ladrones, fue galardonada en el concurso organizado por el Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica de la República Mexicana.

Aquella épica producción, realizada en sólo tres semanas, concertó un elenco impensable para una película amateur y un guion de un poco conocido escritor colombiano afincado en nuestra ciudad. En apoyo del proyecto actuaron Luis Buñuel, Juan Rulfo, Leonora Carrington, Carlos Monsiváis, José Luis Cuevas, Ernesto, el Chango, Cabral, el propio García Márquez, María Luisa, la China, Mendoza y el caricaturista Abel Quezada, por señalar solo algunos nombres de la pléyade intelectual que dio vida cinematográfica al cuento.

Fincado en el robo de las bolas del único billar del pueblo, el relato describe la desorientación de los personajes; la búsqueda de un ser ajeno a la vida cotidiana a quien culpar; la debacle del centro de reunión comunitario y las tensiones del verdadero culpable. El contenido reflexivo del escrito resume de forma magistral la tendencia social a la que nos está llevando la actual administración capitalina, que ubica en lo foráneo el problema delictivo y niega categóricamente su presencia cotidiana en las calles y colonias de la ciudad.

En sentido contrario a la comprometida realidad que los capitalinos estamos viviendo, el secretario de Seguridad Pública refrendó la postura del jefe de Gobierno capitalino, Dr. Miguel Ángel Mancera, y aseguró que “en la ciudad no está asentada la delincuencia organizada ni opera como tal”; pero no descartó que tal vez sea punto de reunión “de algunos de sus líderes para realizar actividades de negocios”.

Seguramente los elementos de la patrulla DF-208-C1 que realizaban su rondín de vigilancia a las 04.30 de la mañana del 1 de mayo por el Eje Central y Prolongación 20 de Noviembre, no deben de entender las causas por las que fueron atacados con una bomba molotov que les produjo lesiones y un siniestro mayor al vehículo que tripulaban; como tampoco se explican los vecinos del Centro Histórico y los afectados quién está detrás de la vandalización e incendio de tres puestos de periódicos en tan sólo 10 días, y ni qué decir de los asaltos a plazas comerciales a plena luz del día, de los cuerpos abandonados no solo en Ciudad Universitaria sino en diversas zonas de la ciudad, y de la sensación de que hemos perdido no solo la seguridad sino hasta la tranquilidad.

Las duras palabras del salmista se ajustan mejor a nuestra realidad: la violencia y la discordia rondan noche y día los muros de una ciudad en la que, si no se pone remedio, habrá más que ladrones.

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