Thomas Mann (1875-1955)

Juan Antonio Rosado

Thomas Mann (1875-1955), considerado por muchos como un narrador “filósofo” dada la alta densidad de secuencias reflexivas, fue uno de los escritores más prolíficos y complejos de la primera mitad del siglo XX. Más de doce años tardó en concluir una de sus obras maestras: La montaña mágica, publicada por vez primera en 1924 y que ahora ve la luz en una nueva edición mexicana. Si La muerte en Venencia representó la decadencia y la homosexualidad reprimida de Mann, La montaña mágica es la juventud y el impuso de vida, aunque, paradójicamente se desarrolle en un microcosmos de enfermos y médicos.

Como en el resto de su obra, también aquí hay múltiples referentes reales. Sólo un ejemplo: el doctor Behrens, jefe del Sanatorio Internacional Berghof, está basado en Friedrich Jessen, que trató a Katia (la esposa de Mann) durante su estancia. Un tema poco estudiado, pero relevante en muchos sentidos, que Kafka desarrollará hasta el paroxismo, es el del poder invisible o inadvertido de la burocracia. Lo anterior se percibe en la novela de Mann porque Behrens no es propietario ni arrendatario del lugar, aunque diera dicha impresión. Potencias invisibles se hallaban encima y detrás de él, y estas potencias se manifestaban, visibles, en forma de oficina: un consejo de administración. El médico jefe no era, por tanto, independiente, sino un funcionario o aliado de esas potencias superiores. Él será quien retenga al protagonista Hans Castorp al detectarle síntomas de tuberculosis.

Pero lo fundamental en esta obra es la evolución espiritual, intelectual del joven Castorp, quien acababa de concluir sus estudios de ingeniería naval. El balneario-hospital en las alturas conforma una variada comunidad donde aparecen personajes memorables, como Joachim Ziemssen (primo de Castorp e internado por tuberculoso), el judío converso Leo Naphta, el italiano y francmasón Settembrini, la rusa Clawdia Chauchat, el médico Behrens (director del sanatorio), el asistente Krokovski (quien se interesará en lo sobrenatural), la paciente danesa Ellen Brand, Herminia Kleefeld, el holandés Mynheer Peeperkorn, el estudiante Rasmussen y muchos otros. Si la exterioridad puede ser monótona y el narrador echa mano de gran cantidad de recursos descriptivos, lo dinámico es la interioridad del personaje y su interacción, sus diálogos con personas disímiles, médicos y enfermos. Las alturas alejan a todos de una sociedad regida por normas, y establecen simbólicamente, en una “comunidad”, la relativa superioridad del intelecto frente a lo mundano. Allí, en el mundo de abajo, tras siete años, se perfila una guerra. Escribo “comunidad” entre comillas porque no serán los valores “comunes” los que se desarrollen o sinteticen, sino sobre todo los disentimientos, la variedad de perspectivas, la disertación o indagación en terrenos contradictorios. También escribo “relativa” porque no todos los personajes crecen como Hans. La incipiente amistad de Settembrini y Naphta se degradará a base de disputas, e incluso Hans no aceptará puntos de vista. Es célebre el diálogo sobre la enfermedad. Se trata de secuencias integradas por voces antagónicas: una vinculada a la concepción romántica de la enfermedad e indirectamente al Weltschmertz como estado superior asociado quizás a la melancolía o a cierto derrumbe moral, y la otra más realista y cruda: la enfermedad que degrada y humilla.

Más que novela “filosófica”, es una novela-ensayo, aunque no pretenda demostrar algo de modo contundente, sino sumergirnos en interrogantes. Se trata de una obra en que la acción por momentos se detiene para abrir paso a la descripción y a la exposición-exploración de problemas profundamente humanos.

Thomas Mann, La montaña mágica. Mirlo, Íconos literarios, México, 2017; 638 pp.

Thomas Mann tardó más de doce años en concluir una de sus obras maestras: La montaña mágica, publicada por vez primera en 1924 y que ahora ve la luz en una nueva edición mexicana. Si La muerte en Venencia representó la decadencia y la homosexualidad reprimida de Mann, La montaña mágica es la juventud y el impuso de vida, aunque, paradójicamente se desarrolle en un microcosmos de enfermos y médicos.

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