Las presiones contra Donald Trump llegan ahora por el lado familiar. Las investigaciones que realiza el FBI para determinar la responsabilidad del mandatario estadounidense en la llamada Trama rusa ahora se enfocan también en su yerno, Jared Kushner, por sus contratos con el Kremlin. Esta es la primera línea de investigación que afecta directamente a la Casa Blanca.
Kushner se reunió en diciembre pasado con el polémico embajador ruso Sergei Kislyak y con el banquero Serguei Gorkov, consejero delegado del banco nacional ruso Vnesheconombank y egresado ni más ni menos que de la academia de los servicios secretos rusos. Según la prensa estadounidense, el FBI cree que el yerno de Trump “tiene información significativa para su pesquisa sobre la trama rusa”, lo que no significa que lo consideren sospechoso de un delito.
En voz de su abogada Jamie Gorelick, Kushner “ya se ofreció voluntariamente a compartir con el Congreso lo que sabe sobre esas reuniones y que hará lo mismo si lo contactan en relación con cualquier otra investigación”. Gorelick evidenció así el acuerdo al que llegó Kushner para testificar “voluntariamente” sobre sus contactos con los rusos ante el Comité de Inteligencia del Senado, que investiga los presuntos intentos de Moscú de influir en las elecciones presidenciales de noviembre pasado.
La Casa Blanca señaló en abierta defensa a Kushner que las reuniones que mantuvo con Kislyak y Gorkov durante el periodo de transición sólo eran rutinarias, sin embargo, éste también se reunió con el embajador ruso en abril de 2016, es decir, durante la campaña electoral.
Los contactos con Kislyak ya han sido la causa de que el general retirado Michael Flynn haya dimitido a su cargo como asesor en Seguridad Nacional y se encuentren bajo contante presión por parte del FBI.
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