Entrevista con Carlos Fazio/Autor de Estado de emergencia

Eve Gil

Si alguien está perfectamente seguro de lo que habla y posee una intuición privilegiada, como lo demostró en su libro previo, El tercer vínculo (1996), que está por reeditarse, ése es el politólogo y periodista uruguayo-mexicano Carlos Fazio, quien vivió de cerca las dictaduras de Uruguay y Argentina de los años setenta.

 

Vivimos una crisis humanitaria

Estado de emergencia que originalmente se titularía Estado de excepción —pero ya existe uno con ese título— viene a confirmar y documentar cuanto veía venir: el subtítulo: De la guerra de Calderón a la guerra de Peña Nieto.

“Estamos inmersos en una crisis humanitaria —empieza a decir el también catedrático sin ambages y de quien nunca se advierte vacilación en su voz como tampoco en su escritura.

“En Uruguay, la Constitución de los años 60 —dice— permitió al presidente gobernar con base en medidas de un Estado de excepción, que empezó siendo de 15 días y se alargaron hasta cinco años. Modificando la Constitución, Calderón actuó de facto, sin Estado de excepción. Hubo una virtual suspensión de garantías y en abril del año pasado, ya con Peña Nieto, se hicieron reformas al Código Militar y de procedimientos penales, que otorga a los militares la posibilidad de catear domicilios e intervenir teléfonos, así como la militarización de puertos, además de permitir la entrada a agentes extranjeros. Muchas de estas medidas se encaminan a la criminalización de la protesta social y la pobreza, porque la gente no podrá hacer nada cuando las transnacionales les quieran arrebatar sus recursos”.

Estado de emergencia es un compendio, perfectamente documentado sobre los crímenes acaecidos durante los sexenios de Felipe Calderón (2006-2012) y Enrique Peña Nieto, y que han sido atribuidos a agentes ajenos al gobierno, concretamente, al crimen organizado.

“Calderón aparecía en las primeras planas casi a diario porque tuvo que vender su guerra, pero antes que él ese tipo de violencia la aplicaban los grupos de los cárteles; y también la vimos en Afganistán y en Irak. Alguien la introdujo en el Pentágono antes de lo de las Torres Gemelas. Antes de Calderón los grupos criminales no se tomaban la molestia para enterrar a los muertos: quien los entierra es el Estado, que no quiere ser vinculado con esos muertos, como en el Valle de Juárez en 2008, donde comandos de hombres de negro con fusiles AK-47 ingresaron a clínicas de jóvenes adictos a fusilar indiscriminadamente a los internos. Son grupos de limpieza social, armados por quienes consideran que estas personas afean su Estado democrático, como en las favelas de Río o Cali”.

La fisonomía del Ejército mexicano, nos dice el también autor de Terrorismo mediático, fue cambiada desde la Casa Blanca en divisiones de despliegues rápidos y comandos.

“Osiel Cárdenas —dice Carlos Fazio— logra captar a varios desertores de estos grupos y a la larga ellos se quedan con el cártel; serán los Zetas desertores o una estructura clandestina del Ejército encargada de desplazar a la población. Tamaulipas donde aparecen ciudades desiertas, como Ciudad Mier, cuyos habitantes huyen de esta violencia criminal; Coahuila, donde se da el episodio Allende; en Nuevo León, donde la violencia nunca había llegado;  Sabinas y Burgos, donde desde los años 90 sabemos que existe gas natural y nos preguntamos cómo puede ser posible que Tamaulipas sea aun territorio zeta en el momento en que Calderón y Bush, y luego Calderón y Obama llevan a cabo la frontera segura del siglo XXI, conexión de gaseoductos de uno a otro lado, ramales de Pemex. Cómo hablar de una frontera segura si aparecen 13 o 19 cuerpos colgados en la propia cara de los Estados Unidos”.

A EU le conviene un presidente débil en Los Pinos

“La conexión —agrega— que establecemos en el libro entre Calderón y Peña Nieto tiene que ver con las zonas especiales oficiales, el plan Puebla/Panamá de Fox, potenciado durante el periodo de Peña Nieto que abarca Puebla, Veracruz, Guerrero, Chiapas, el Istmo de Tehuantepec…”

“Se nos decía todos los días —precisa Carlos Fazio— que los Caballeros Templarios dominaban todo Michoacán, con el gobierno estatal priista al mando. Pero cuando se nos dice que los Caballeros Templarios exportaban a China hierro que traían de Arteaga; que día y noche bajaban camiones de hierro… ¿qué hacían la policía, las secretarías de Hacienda, Marina, que es la que controla el puerto? ¿Cómo podían los Templarios exportar sin que nadie dijera nada?”

“Lo que conviene a los Estados Unidos —dice— es un presidente débil colocado en Los Pinos expresamente para que entregue el país al capital corporativo, tanto nacional como extranjero”, y en ese sentido, nos dice Fazio, “Margarita Zavala podría ser muy útil, aunque no deja de sorprender que la gente emita su voto por alguien que carga el lastre de un marido con expediente en La Haya como genocida, por no hablar de las maniobras sucias para lograr que los propietarios de la guardería ABC de Hermosillo quedaran impunes tras la muerte de 49 niños”.

“Pensemos —concluye Carlos Fazio— qué le espera a un gobernante que quisiera realizar un cambio radical. Evo Morales lo consiguió y eso significa que se puede hacer. Pero la dependencia de México respecto a Estados Unidos en cuanto al tratado de libre comercio es de subordinación, por mucho que Trump hable de anular ese tratado: lo que hará es renegociar, lo cual quiere decir sacarle más concesiones a México, limitar los beneficios de México”.

Estado de excepción. De la guerra de Calderón a la guerra de Peña Nieto lo publicó Grijalbo, México, 2016.

 

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