Su vida duro tan solo 26 años, tan pocos como su tamaño. Ella era Lucía Zarate, la mujercita que medía 51 centímetros a causa de un padecimiento de enanismo primordial ostidisplástico microcefálico Tipo II; convertida hasta hoy, en la persona más pequeña y más ligera de la historia. No obstante, su vida no se ostenta en sus particulares físicas -que mucho ayudaron- sino en ser una de las vedettes mejor pagadas en los circos y exhibiciones en el último cuarto del siglo XIX.
La mexicana liliputiense, a pesar de un pequeño retraso mental, era demasiado lista y coqueta, por su torneada figura le gustaba vestir bonito, algo que aumento el interés del empresario y diputado Cristino Lobatón, comisionado en 1876 por el presidente mexicano Porfirio Díaz para promover talentos en espectáculos de fenómenos por Estados Unidos. Pronto Zárate se convertiría en la protagonista principal de una serie de presentaciones por aquel país.
Así da inicio la novela histórica El cuerpo eléctrico, del escritor veracruzano Jordi Soler, cuya trama ocurre entre México y Estados Unidos, en la que Lobatón, a costillas de Lucia Zárate, se convierte en uno de los hombres más ricos, y en un pionero del capitalismo.
“Quería mirar la historia desde el punto de vista del humor con una metáfora”, indicó Soler, para quien Díaz era un político al que no le interesaban los artistas sino que estaba centrado en acrecentar su popularidad y sus votos. Por ello, subraya que su novela habla, de que solo los idiotas pueden creer en las promesas de un político, frase que Lobatón la convierte en su emblema, pues aseguraba que si la gente no fuera idiota, el mundo sería ingobernable.

El también autor de obras como La novia del soldado japonés y La mujer que tenía los pies feos, describe la itinerante vida de Lobatón junto a Zárate, en aquellos desplazamientos en tren por ciudades, pueblos y hasta por un par de poblados sioux, integrándose al mismo tiempo en el negocio del opio, que supo combinar acertadamente con la promoción artística de la pequeña mujer, “dos negocios que se retroalimentaban porque estaban articulados por la ruta del tren”.
A la par narra, el gran debut de la liliputiense en la exposición del centenario de Filadelfia, donde su aparición fue anunciada a bombo y platillo, y donde se congregaron miles de personas para contemplar a tan increíble prodigio. A partir de esto, su nombre corrió como la pólvora por todos los rincones de Estados Unidos, desde donde feriantes y buscavidas solicitaban esponsorizar a la pequeña Lucía.
“Lucía Zárate es como esa gota mínima que con tanto empeño buscaban alquimistas, que al entrar en contacto con el opus nigrum transformaba la materia en oro”, señala Soler sobre su última obra marcada de realidad y ficción.
Jordi Soler (1963) es autor de diez novelas, traducidas a varias lenguas, y de libros de cuentos, de ensayo y de poesía, entre ellas se destaca Bocafloja, su primera novela, que lo convirtió en una de las voces literarias más importante de su generación. De manera paralela a su labor literaria, ha realizado programas de música y literatura en dos de las estaciones de radio más influyentes de México.
En cuanto a Lucía Zárate, (1864 – 1890), nació en San Carlos, hoy el municipio de Úrsulo Galván, Veracruz. Quedó registrada en el Guinnes Worls Recordos como la persona adulta más pequeña del mundo, con un peso aproximado de dos kilos a la edad de 17 años. Según un artículo de 1894 en la revista Strand, Zárate alcanzó su pleno desarrollo a la edad de un año. Actualmente, la hacienda conocida como “Casa Grande” donde vivió con su familia, es abierta al público como museo histórico.
Entre las tantas leyendas que se hablan de Lucía Zárate, se cuenta que a raíz de sus giras en Estados Unidos y Europa, llegó a acumular una enorme fortuna. Que le gustaba la vida que llevaba y que había nacido para ello, cosas que hasta hoy, no se sabe si son ciertas. Lo único que es cierto y que se puede apreciar es que la pequeña Lucía jamás sonrió en ninguna foto.
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