Por Luis María ANSON
de la Real Academia Española

En el año 2012, el desempleo en España rozaba el 28%, cifra realmente descomunal. La certera reforma laboral la ha reducido ya al 18,7%, a pesar de los vaticinios de los sindicatos de que el paro se incrementaría de forma imparable. Mariano Rajoy supo mantenerse firme frente a las presiones, las huelgas y la desmelenada actividad sindical para detener una reforma laboral que nos imponía Europa bajo la amenaza de la intervención y de la troika.

Mariano Rajoy proyecta reducir el paro en el año 2021 a un solo dígito. Todavía ese 9% sería alto pero ya digerible. Para ello necesita mantener una política económica firme y una reforma laboral estable. No le resultará fácil desde la debilidad actual del Gobierno. Pero las cifras le acompañan. Aparte de la reducción del paro en diez puntos, la Seguridad Social ha pasado de 16.996.000 afiliados en el año 2012 a 17.190.000 en 2016. Crecen además los contratos laborales indefinidos, mientras el déficit cumple con las exigencias europeas, la prima de riesgo ha pasado de los 638 puntos básicos en 2012 al entorno de los 100 y el PIB español crece por encima del que se conoce de las grandes naciones europeas: Alemania, Francia e Italia.

Negar todo esto es un ejercicio voluntarista de cerrar los ojos ante la realidad. A Mariano Rajoy le ha acompañado en su gestión el éxito económico, a pesar de la deuda alarmante, y no así el político, que le ha hecho retroceder en medio centenar de diputados. La cachaza, la lenidad y la falta de decisión en varios asuntos sustanciales y de forma especial en el catalán, le han pasado factura y es necesario que reaccione con más viveza e intensidad que lo ha hecho hasta ahora. La política arriólica de “no hay que hacer nada porque el tiempo lo arregla todo y lo mejor es tener cerrado el pico” parece a muchos una sandez. Como es sandez considerar a Pablo Iglesias y sus simpatizantes como “unos frikis” y a Albert Rivera y su Ciudadanos como “insignificantes”.