A cien años de su natalicio

Roberto García Bonilla

Hace cien años nació Juan Rulfo: el 16 de mayo de 1917; con reservas, cautela y algunos contratiempos, se está festejando al autor de El Llano en llamas (1953), Pedro Páramo (1955) y El gallo de oro (1980).

La obra de Rulfo se ha reseñado y comentado miles de veces. Las tendencias interpretativas de su obra son múltiples y se han renovado cíclicamente. Según la investigadora brasileña Simone Montoto, hacia 1999 existían más de nueve mil páginas críticas sobre la obra de Rulfo. Nos estamos refiriendo, por supuesto, a la crítica literaria. Tendríamos que detenernos y matizar: Rulfo es uno de los escritores más relevantes en la literatura hispanoamericana del siglo XX y, como ya se sabe, ha sido elogiado por escritores como Jorge Luis Borges, Günter Grass, Elias Canetti, Antonio Tabucchi, Gabriel García Márquez, Augusto Roa Bastos, José María Arguedas y Juan Carlos Onetti.

Los inicios como fotógrafo

Se exalta sobre todo al escritor que logró describir y revelar de manera artística las carencias de la población rural, la iniquidad, la depauperación de las regiones rurales y sus pobladores; no deja de sorprender cómo Rulfo trabajó la palabra, creando una suerte de artificio —a través de la estilización del habla popular rural del centro del país— que hace parecer que sus personajes hablan de manera idéntica a los pobladores del Bajío.

No deja de admirar cómo Rulfo concibió una estética, asentada en la ética. Asombra cómo logró la convivencia entre vivos y muertos; cómo integró un elemento constitutivo de la conciencia del hombre occidental: la culpa, en rasgo de aquellos que habitan el mundo de las ánimas

A los 32 años, nuestro escritor publicó sus primeras once fotografías en un encarte del número 59 de la revista América en febrero de 1949, y para los años cincuenta colabora en revistas como Mapa (1952), México This Month y Caminos de México (1958) y entre 1963 y 1964 entrega sus fotografías a Sucesos para todos.

Lo encomiable de su obra literaria opacó durante mucho tiempo al tan original fotógrafo que fue Rulfo.

Y en 1960 se realiza su primera exposición en la Casa de Cultura de Guadalajara, conformada por 23 imágenes. Hubo que esperar veinte años y medio para que un gran público supiera que Rulfo también era fotógrafo; dentro del homenaje nacional que se le tributó, se conocieron cien fotografías en la exposición El mundo de Juan Rulfo, realizada en el Palacio de Bellas Artes.

Creador y constructor de escenarios

El primer texto que sobre fotografía se conoce lo escribió Fernando Benítez, amigo del escritor, incluido en Juan Rulfo. Homenaje nacional con presentación de Juan José Bremer (1980). Y el primer texto académico que nosotros conocemos sobre la fotografía de Juan Rulfo es “Juan Rulfo e la distanza della fotografía” de Angelo Schwarz (1988). El primer libro monográfico sobre la obra fotográfica de Rulfo data de 1994 y es de Béatrice Tatard: Juan Rulfo, photographe. Esthétique du royaume des âmes.

Los libros ensayísticos sobre fotografía que contienen además imágenes de Rulfo son en conjunto la vertiente más reveladora de la crítica rulfiana; tres antecedentes fueron Lichtblicke: Mexikanisch. Photographische Notizen des Dichters Juan Rulfo, (1998, Edition Reichenberger), catálogo de la exposición fotográfica Mirada de luz. Apuntes fotográficos del poeta Juan Rulfo; “Rulfo as photographer” de William Rowe, y Juan Rulfo, el escritor fotógrafo de Eduardo Rivero (Mérida, Venezuela).

Rulfo pertenece, es natural, a una tradición fotográfica a la que Tatard integra a artistas extranjeros que proyectaron una imagen de México como Sergei Eisenstein y Tina Modotti. Habrá que agregar el nombre como de Henri Cartier-Bresson, cuya influencia fue central como estímulo personal, como modelo de creador de constructor de escenarios —desde la realidad y estética composicional para nuestro creador—, además de la presencia ineludible de Álvarez Bravo, cuya existencia abarcó un siglo completo y a quien Rulfo retrató a principios de los años sesenta. Habrá que agregar el nombre de Paul Strand.

Rulfo escribió el guion cinematográfico de Paloma herida filmado en 1962 bajo la dirección de Emilio Indio Fernández.

Nueve ensayos

Una de las revelaciones sobre Rulfo en este centenario es el vínculo de la fotografía entre Rulfo y Strand. A partir de la exposición El fotógrafo Juan Rulfo, inaugurada en el Museo Amparo de la Ciudad de Puebla, investigadores allegados a la Fundación Juan Rulfo participaron en la realización del libro del mismo nombre —entre ellos Andrew Dempsey y Paulina Millán—, producido por RM.

A principios de los sesenta, Rulfo interrumpió de manera regular, aunque demanera aislada, a tomar su cámara para captar algunos retratos de colegas como Carlos Monsiváis, José Luis Cuevas, Ricardo Martínez y Vicente Rojo.

Uno de los libros recientes sobre la obra de Rulfo es Rethinking Juan Rulfo’s Creative World. Prose, Photography, Film, y que reúne nueve ensayos que abarcan el vínculo de Rulfo con el cine, rubro sobre el que ha profundizado desde hace quince años Douglas J. Weatherford; aquí explica la participación de Rulfo como guionista en la película Paloma herida (1962), dirigida por Emilio Indio Fernández. La recepción de El gallo de oro y sus adaptaciones al cine (por Roberto Gavaldón en 1964 y Arturo Riptstein en 1986) es uno de los tópicos de este libro; su autor José Carlos González Boixo es el estudioso más perspicaz y constante de la obra de Rulfo, cuya obra trabaja desde principios de los ochenta.

Otros autores que incluye esta novedad bibliográfica son Paulina Millán, Bill Richardson, Fukimi Nihira, además de los propios editores Dylan Brennan y Nuala Finnegan.

Juan Rulfo falleció el 7 de enero de 1986.

Rethinking Juan Rulfo’s Creative World. Prose, Photography, Film, editores Dylan Brennan y Nuala Finnegan, UK, Legenda, 2016.

Twitter Revista Siempre