A unos meses de las postulaciones

José Elías Romero Apis

Pareciera que son muchos los aspirantes a la Presidencia de la República. Quizá no sean tantos. Hagamos una cuenta de aquellos que han sido mencionados o que ellos mismos se han mencionado. Hasta este momento serían 8 del PRI, 5 del PAN, 3 del PRD, 1 de Morena y pongamos unos 5 dizque independientes. Total, suman ya como 22.

Pero, lo primero que debo aclarar es que la lista de aspirantes que aquí presento no es producto de mis deseos, ni de mis afectos ni, tampoco, de mis torpezas.  Es una compilación de aquellos nombres que han sido mencionados, publicados y difundidos como posibles contendientes rumbo a la justa presidencial.

La primera reacción que tuve fue pensar que son muchos y que ello se convertiría en un carnaval de poca seriedad. No estoy tan seguro de ello y solicito un poco de memoria. En los tiempos de la sucesión cerrada, la lista “oficial” del PRI contenía, en promedio, de seis a siete nombres. A esto habría que agregar dos o tres del PAN y otros tantos del PRD. Total, de doce a quince nominados.

Hoy, a unos meses de las postulaciones, esta lista se convertirá en la mitad y muy pocos para el momento decisorio. Es decir, estamos hablando de un universo del mismo tamaño que el antiguo y tradicional.

Otros han dicho que hay muchos  que no suenan o que no tienen ninguna posibilidad. No es una razón valedera. De nueva cuenta solicito un ejercicio de memoria para recordar que diez meses antes de su postulación no sonaba ni se le auguraba ninguna posibilidad a Adolfo Ruiz Cortines, a Adolfo López Mateos y a Ernesto Zedillo.

Pero, más aún, apenas a la mitad del sexenio José López Portillo, Miguel de la Madrid y Felipe Calderón se estaban convirtiendo en miembros del gabinete, y tampoco se les apostaba nada. Vamos, nadie me podría contradecir que, un año antes, muy pocas personas hubieran apostado siquiera la mitad de su quincena por el triunfo de Vicente Fox.

Por último, algunos han descalificado, por falta de méritos, a la mitad desde la primera lectura. Me parece que esto es una temeridad. En México y en todos los países democráticos hay tiempos en que asumen la presidencia hombres dotados de inteligencia, de experiencia, de carisma, de liderazgo, de proyectos, de estilo, de oficio, de alteza y hasta de magia. Pero, también, en México y en todos los países democráticos hay tiempos en que han asumido la presidencia hombres batidos de estupidez, de novatez, de repugnancia, de frivolidad, de crueldad, de mentira, de inmoralidad y hasta de pestilencia.

Todo lo que he mencionado de bueno y de malo no es propiedad exclusiva ni monopolio de un solo partido, ni de una sola generación, ni de un solo país.

Sin embargo, no deja de ser útil para los aspirantes y para los espectadores tener muy en claro los ingredientes con los que se construye un presidente, o por lo menos un candidato, para no caer en confusiones o en desbarrancos.

Un presidente se construye con siete elementos. Con inteligencia, que puede ser prestada. Con experiencia, que también puede prestarse. Con dinero, que puede ser prestado. Con sentido de la oportunidad, que tiene que ser propio. Con entendimiento de las circunstancias, igual que el anterior. Con seguidores activos de verdad, no simpatizantes pasivos ni convenencieros abusivos. Y con suerte, casi sin límites.

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