Entrevista con Román Villicaña/Catedrático del UDLAP

Gerardo Yong

Hay mandatarios que han pasado al recuerdo por sus excentricidades. Uno de estos casos es el de Nikita Jruschov quien en la reunión plenaria 202 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 12 de octubre de 1960 impugnó las declaraciones del líder de la delegación filipina que criticó abiertamente la política de la entonces Unión Soviética. Jruschov golpeó primeramente la mesa y luego lo hizo con un zapato. Este hecho ha quedado marcado en la historia como el “incidente soviético del zapato”.

A casi cincuenta y siete años de ese acontecimiento, Donald Trump, presidente de Estados Unidos y gran admirador de la Rusia actual, emprendió su primer gira internacional que lo llevó por Arabia Saudita, Israel, El Vaticano. También pisó suelo de El Vaticano, donde fue recibido por el Papa Francisco.

Se cuenta que durante el trayecto a la Santa Sede podía distinguirse un graffiti con la imagen del Pontífice “besándose con un Donald Trump ataviado como un demonio y un revólver asomándole por el bolsillo”.

El grabado por supuesto recuerda a la escena en la que Erich Honecker, presidente de la República Democrática de Alemania, y Leónidas Breznev, de la Unión Soviética, durante el 30 Aniversario de la República Democrática Alemana en junio de 1979. Hasta aquí las comparaciones parecen llevar al magnate estadounidense hacia un sello sin igual de amor a Rusia y a todos sus estilos ortodoxos, que le salen a flote a cada instante.

Esta primera gira realizada por Trump ha quedado marcada también, según expertos, por la baja preparación en materia de política internacional que ha exhibido al líder estadounidense como un novato peligroso para los intereses globales de la primera potencia mundial.

Aunque ya estaba programada desde antes, esta gira quedó enmarcada en las presiones al mandatario sobre la llamada “trama rusa”, en las que el FBI mantiene en jaque constante al millonario neoyorquino por los supuestos contactos prorrusos efectuados por su equipo de campaña e, incluso, de su propio gabinete.

Hay que recordar que esas investigaciones ya cobraron la cuenta al asesor de seguridad nacional, Michael Flynn y han exhibido al mandatario sumamente preocupado por el avance de las pesquisas. Estas se han visto intensificadas a partir del despido del director del FBI, James Comey y de sus revelaciones de que en enero pasado Trump le pidió lealtad absoluta, en un intento por evitar el avance de las investigaciones que conllevarían a poner en tela de juicio su victoria electoral.

Se cuenta que el único presidente estadounidense que ha sido sometido a un impeachment, Richard Nixon, realizó una gira internacional en medio de escándalos enmarcados en el Watergate; lo hizo como un respiro para alejarse un poco de un escenario que no podía evitar y que terminó finalmente por llevarlo a una destitución anunciada.

Trump salió en esta su primera gira bajo una presión semejante, es decir, en medio de una investigación que también podría llevarlo a tener un fin semejante debido el contacto ruso que ha tratado de desviar por todos los motivos, pero que por todos lados se lo encuentra. Según analistas internacionales, el mandatario estadounidense se encuentra en un proceso que le podría abrir una pesadilla política, la cual ya se asoma en el Congreso.

Román Villicaña.

Gente sin experiencia

En entrevista con Siempre!, el doctor en relaciones internacionales por la UNAM Román Villicaña comentó la situación en que el presidente magnate inició su bautismo de fuego internacional; un rubro en el que ya desde su campaña electoral se manejaba como poco apto.

Para el también maestro en estudios de Asia y Africa del Norte por El Colegio de México, fue notable la presencia de un Trump más sumiso e incapaz de hacer valer las amenazas que ha proferido durante su mandato.

Villicaña destacó que, apenas haber llegado a Riad, el mandatario norteamericano se olvidó de las acusaciones que se han hecho a Arabia Saudita por los atentados del 11 de septiembre de 2001 y, en su lugar, se dedicó a lo que mejor sabe hacer: millonarios negocios bélicos.

Asimismo, destacó que en la reunión que sostuvo en Arabia Saudita se excluyeron a los chiitas, en abierto desafío a Irán, una acción que puede tener muchas complicaciones no sólo para Estados Unidos, sino para sus propios aliados en la región.

A continuación presentamos la entrevista concedida vía correo electrónico a este semanario desde Alemania.

¿Cómo considera la gira realizada por Donald Trump a Arabia Saudita?

Considero que Trump tenía varios asuntos a tratar en Arabia, pero lo que tuvo más importancia fue el contrato de 385 mil millones de dólares para el complejo militar industrial estadounidense. Esto reactivará la economía de ese país, tal como el derrame de los miles de millones de dólares para la reconstrucción de Kuwait luego de la invasión de Irak. Fue interesante ver que agradeció públicamente al rey, el apoyo para la creación de empleos en  Estados Unidos. Considero que los otros asuntos fueron un tanto secundarios: disculparse con los musulmanes, decir que el Islam es una religión de paz, que son religiones abrahámicas. La condecoración fue interesante ya que tuvo que hacer reverencias ante el rey saudita, no he visto los comentarios en la prensa estadunidense, pero me pareció la actitud como el refrán que tenemos en México de que “con el dinero baila el perro”.

Su discurso respecto a que sean los propios islámicos los que combatan a los islamistas ha hecho pensar a algunos especialistas que Trump no tiene una idea clara de cómo afrontar la lucha contra el Estado Islámico. ¿Usted qué piensa?

El haber nombrado a gente sin experiencia, en su círculo íntimo, (nepotismo) creo que le ha perjudicado. En su campaña declaró que Obama y Hillary formaron el Estado Islámico. Ahora dice que combatirá a estos con ayuda de los países musulmanes sunitas. No invitaron a los chiitas a la reunión y a último momento sacaron a Omar el Bashir de Sudán. No pudieron ya con tantos autoritarios y además genocidas. Se sabe del autoritarismo y nada democráticos regímenes con los que hizo migas y aceptó condecoración.

 

No es político; es hombre de negocios

Se sabe que Arabia Saudita ha financiado por décadas la difusión del wahabismo, de donde han salidos las corrientes radicales en el islam. ¿Cómo combatir a su propio aliado, y cliente que son los sauditas?

La reunión de Riad tuvo tintes de la construcción de una alianza sunita en contra del Irán chiita. El Estado Islámico no ha podido ser derrotado por el constante flujo de dinero y armas que llega a Siria de los países del Golfo y, en el caso, también de algunas facciones de Turquía. ¿Combatirá Trump a las facciones que financian las monarquías del Golfo? Lo dudo mucho. Los últimos ataques de Trump señalan que va contra el todavía gobierno legítimo de Siria, reconocido por la ONU.

Muchos analistas internacionales coinciden en que la manera en que se comportó Trump en Arabia hace suponer que no tiene la experiencia para afrontar los desafíos que se esperan de Estados Unidos en Medio Oriente, tales como el conflicto israelí-palestino. ¿Qué piensa de eso?

No parece tener experiencia. No es un político, es un hombre de negocios, creo que muchos lo han repetido ya. Su visión de la región puede estar totalmente en manos de su yerno judío, o de su hija conversa. Su preferencias las ha expresado desde su campaña, está con el Estado de Israel, sólo hay que ver su discurso en Belén, nunca mencionó que apoyaría la creación del Estado palestino; se cuidó mucho de eso. Dijo que deseaba una nueva era en las relaciones y negociaciones entre ambos, sin mencionar como sería.

 

No abordó muchos temas

La relación que existe entre Trump y Rusia ha ocasionado una alerta internacional respecto a que los conflictos regionales como el de Siria e Irán puedan empeorar. ¿Cuál es su percepción al respecto?

Los conflictos tal vez no empeoren pero la situación no va a mejorar. En Siria al parecer el conflicto va para largo, pues ahora Israel y los países del Golfo van a seguir financiando a los grupos radicales en esa guerra, y Rusia e Irán seguirán apoyando a Bashar el Asad. Estados Unidos ha definido claramente su posición y esto hará que la presión por los de Rusia baje de tono dentro de Estados Unidos, por lo menos eso espera él, hay que estar atentos, pues la oposición sigue fuerte en el Congreso.

Sobre Yemen no dijo nada y no podía decirlo pues bien sabía que Arabia Saudita compra esa gran cantidad de armas para terminar de aplastar la resistencia de los houtíes en ese país. En lo que respecta a Libia tampoco hubo mención pues no tiene opción ahí ante la fuerte oposición en el Congreso.

En el conflicto árabe-israelí sólo hubo palabras: nada concreto sobre cómo se solucionará la cuestión de Jerusalén; nada sobre los refugiados, nada sobre el derecho de paso del futuro estado de Gaza hacia Cisjordania y viceversa. Nada sobre el Valle del Jordán, nada sobre el Golán. Tampoco sobre las Granjas de Sheba, en fin son muchos los temas y no los ha abordado.

El tono de la visita fue de arrogancia: Roberto Carlos Pavón

Sobre la gira de Donald Trump a Medio Oriente, el profesor de árabe y hebreo de la Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de Veracruz, Roberto Carlos Pavón, da a Siempre! su punto de vista.

Puedo decir que tuvo tres consecuencias principales, en primer lugar y como mayor señal de alarma, es la muestra en todos ángulos de la tosca arrogancia del actual presidente de Estados Unidos.

En segunda instancia, se notó más como gira turístico-anecdótica, no de trabajo, lo cual pone los focos aún más rojos en la administración de Washington, ya que sólo se habla en medios de lo trivial del encuentro, así como un atisbo informativo acerca de la venta de armamento al reino saudita.

Por último, se muestra una pérdida casi total de tacto en el análisis geopolítico acerca de qué repercusiones a mediano y largo plazo puede tener tanto la mencionada venta de armas como hacia quién o quiénes se piensan usar ya sea como medio disuasivo o como amenaza real.

Por otra parte, Trump no tiene la experiencia para abordar la situación únicamente con respecto a Medio Oriente; el nada ilustre gobernante tampoco tiene idea remota del puesto que posee; agravándose el problema por el equipo de trabajo con el que toma decisiones, asesores que tanto en el tema de protocolo como de política exterior, parece que no existieran o que lo hacen a propósito para dejar en mal al Ejecutivo estadounidense.

Ejemplos en esta “gira de trabajo” hubo varios, para demostrar su atropellada arrogancia: el exhorto vacío a trabajar por la paz entre israelíes y palestinos encargándose “personalmente” del asunto en el Museo de Israel frente a un Netanyahu seguro y firme en su discurso.

Sobre si Estados Unidos está perdiendo el avance que tenía en región. A este respecto, no sólo el gobierno de Trump, sino ya desde hace al menos treinta años, Washington ha ido paulatinamente perdiendo la brújula acerca del cómo relacionarse con esta zona del planeta. Es del dominio público el hecho de que ellos crearon al monstruo, lo alimentaron e hicieron que se reprodujera con una pésima publicidad del asunto, a grado tal que Da’esh (nombre adecuado en árabe del movimiento terrorista hoy en triste boga) tiene sus siglas en inglés (ISIS) el idioma del “infiel occidental”, promoviendo una lucha contra éstos mismos pero masacrando a sus propios hermanos de religión.

Finalmente, el asunto de la relación actual de Trump con el Kremlin es digno de la publicación de un best-seller aunque no del estilo de aquellos ubicados en la Guerra Fría, sino con una trama similar a un noviazgo geopolítico delicado. Se nota a leguas que Trump le debe algo a Moscú, y se nota a cuentagotas una separación de éste y Putin, justamente poniendo en charola de plata “los juguetes” para que dos naciones ataquen a un aliado del líder ruso: Irán. Con lo que de nuevo se demuestra la peligrosa ligereza con la que este personaje neoyorquino desliza sus brazos, con plena confianza en que lo que dice y lo que hace, es lo mejor para los Estados Unidos, un líder que, no debe permanecer mucho en tal puesto.

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