Sorprende escuchar las opiniones políticas de mucha gente de clase media, con estudios superiores y capacidad de análisis e investigación. Parece que su principal fuente de información son los medios de comunicación “oficialistas” sin que haya un cotejo con medios libres o que se abrevan de otras fuentes.

Para poner un ejemplo, la percepción de Morena decayó por la atención que los medios prestaron a los supuestos cochupos videograbados que recibía, de manera “ingenua”, la excandidata (de procedencia panista) Eva Cadena y por las acusaciones de retención de fondos para empleados que “llevó a cabo” la maestra Delfina Gómez en Texcoco. Cierto que a Morena, como un partido cuya reputación se sustenta en la honestidad de su dirigente, se le exige una conducta ética irreprochable más que a los otros; sin embargo la finalidad de exponer estas situaciones es crear en el imaginario público una realidad falaz. La manera de hacerlo es a través de videos no analizados en detalle o a través de información no investigada (yo tengo para mí que es imposible recibir las cantidades mencionadas en fajos tan delgados, sobre todo cuando la mayor denominación del dólar es de cien); videos e información que los comentaristas glosan dando por descontada la realidad de los hechos, que, afirmo, el propio partido debe investigar y si es necesario sancionar según derecho.

Si en el siglo XVIII el político anglo-inglés Edmund Burke ya había llamado a la prensa “Cuarto poder”, este poder se potenció con los medios electrónicos: radio, cine (ampliamente explotados por el régimen nazi), luego la televisión y finalmente Internet. Los estudios de mercado acrecentaron este poder de infiltración en el imaginario colectivo tanto para “vender” a un candidato como para desacreditarlo como producto nocivo. Internet, un sitio de comunicación más libre, ha sido infiltrado en lo político por los bots (aferesis de robot) que de manera automática envían mensajes en pro o en contra de alguien. En ese sentido, quien más dinero tiene para manejar los medios e Internet, más posibilidades tiene de “infectar” lo irracional del ser humano al que se dirige y de evitar la información crítica.

Así, los “escándalos” de Morena se han potencializado, mientras que las tranzas billonarias de OHL y su relación con los gobiernos del Estado de México se han vuelto “minucias”. Los medios de comunicación señalan la paja en el ojo de un adversario cotizado y evitan ver la viga en el propio y en el de sus socios.

El poder de los medios de comunicación sigue siendo tan válido como lo fue el de la prensa en el siglo XVIII. Quizás es ya incluso el Tercer Poder, y no el Cuarto. La pregunta es por qué la gente de la clase media a la que aludí al principio se conforma con esta información. ¿Miedo de perder certezas? ¿Falta de tiempo para informarse —lo que es otra forma de control—? ¿Pereza mental? ¿Pasividad? Hay tantas fuentes de información en prensa escrita y digital, que si no es verdad absoluta sí equilibra lo que los medios pagados nos quieren inculcar; y hay tanto en juego: lo que queremos ser hoy, que no podemos darnos el lujo de evitar un pensamiento crítico hacia lo que los medios “oficialistas” bajo pago e interés nos muestran.

Además opino que se respeten los Acuerdos de San Andrés y la Ley de Víctimas, que se investigue Ayotzinapa, que trabajemos por un nuevo Constituyente, que se respete la educación, que recuperemos nuestra autonomía alimentaria y nuestra dignidad, que revisemos a fondo los sueños prometéicos del TLC.

@PatGtzOtero