De cara a una elección presidencial, como la que habrá de tener lugar en nuestro país el año próximo, queda demostrado que los políticos (con la pena, por si alguno se me ofende) son más de ocurrencias que de propuestas. Y si no me creen, tan solo échenle un vistazo a la más reciente puntada de la señora Alejandra Barrales Magdaleno, presidenta nacional del PRD, quien el pasado fin de semana salió por enésima ocasión a vociferar que el partido del sol azteca será quien defina la votación de 2018, mafufada que solo existe en su mente, esta vez anunciando la aprobación de un Frente Amplio Democrático (FAD) cuyo único objetivo es “echar al PRI de Los Pinos”.

Olvídense de algún proyecto concreto basado en ideologías y plataformas políticas coincidentes y convergentes. Que no les importe quién o quiénes puedan integrar este famoso FAD y quién lo representará en las urnas  el próximo 1 de julio de 2018. Aquí, para la señora Barrales Magdaleno y sus sesudos asesores es que el PRI ya no gane la Presidencia de la República. Aquí en lo único que piensan estos ideólogos de bolsillo es que, a través de estas chinampinas mediáticas, el potencial elector se enganche de tal forma que en lo único que piense es en deshacerse del “maldito PRI”.

Por lo tanto, las diferencias irreconciliables que existen entre todas esas fuerzas que están llamadas a integrar este FAD son, según Barrales y sus cuates, peccata minuta. Olvídense de temas espinosos como el aborto, los matrimonios igualitarios, la desaparición del fuero, la política fiscal, el empleo de los subsidios, la contratación de deuda pública… ¿qué piensan hacer a la hora de definir una agenda y un proyecto?, ¿cómo piensan conciliar y subir a un mismo barco, por ejemplo, al PAN y a Morena, cuyos principios, filosofías y objetivos son diametralmente opuestos? Sí, nos queda claro que cuando panistas y perredistas han ido en alianza en el pasado reciente han obtenido estupendos resultados en las urnas. De 14 veces que lo han hecho han salido con el brazo arriba en 12 ocasiones, pero en la mayoría de estas lo han logrado con ¡expriistas! ¡Patético!, ¿no creen?

Ahora bien, digamos que finalmente todas (¡absolutamente todas!) las fuerzas opositoras logren ponerse de acuerdo y decidan, como en el más espectacular de los cuentos de hadas jamás escrito, ir todos juntos en bola a la elección de 2018 para, repito, deshacerse del “maldito PRI”. ¿Cómo le van a hacer para definir a su candidato?, ¿quiénes harán a un lado su ego para, “en beneficio de México” (sí, ¡cómo no!, para beneficio de ellos mismos, no nos hagamos), apoyar a un candidato de unidad que enfrente al ungido del tricolor?

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